Ayer hablé del espíritu y del alma, y que
sólo ellos son inmortales, mientras el cuerpo es perecedero y muere. Queremos
ahora considerar cómo espíritu y alma están relacionados y dependientes el uno
del otro. El espíritu es, como ya dijimos, la carne interior valiosa, el alma
es su envoltura o vestido.
El espíritu, o sea la entidad inmaterial,
es la personalidad dentro del hombre, la que guía y dirige todo, la que da el
impulso para hacer valer las expresiones vitales por voluntad propia e independiente.
La forma en que se hace la unión con el alma, no puedo explicarlo, ya que para
ello faltan conceptos en el vocabulario terrenal. El espíritu o la entidad no
puede ser comprendido materialmente, pero se da a conocer por su actuación. Lo
que los hombres llaman espíritu, son las señales de vida dadas por la entidad,
y consisten en el uso de los cinco sentidos humanos. Se dice que una persona
tiene mucho espíritu, cuando sabe usarlo para grandes tareas, cuando es capaz
de hacer prestaciones superiores, y no hablamos aquí de prestaciones físicas
naturalmente, sino de prestaciones que exigen un pensar superior. Mentalmente
débil es una persona que no es capaz de usar correctamente sus sentidos o tan
sólo uno de los mismos, que no es capaz de pensar correctamente, considerándose
correcto lo que la mayoría de los hombres del mismo nivel de evolución son
capaces de prestar. No quisiera entrar más en detalle, sólo poner en evidencia
que entidad inmaterial y actividad del espíritu no son lo mismo, y que sin embargo
la actividad del espíritu es la expresión de la entidad, que aspira y debe
aspirar a una evolución superior.
Cuando finaliza pues la actividad del
espíritu para el hombre terrenal, no deja de existir por tanto la entidad
inmaterial. Es indestructible, y la muerte terrenal que sólo atañe al cuerpo,
para ella no es ninguna destrucción, sino todo lo contrario, es un volver a
nacer. Para la entidad, la vida en el Más Allá es la verdadera vida, y el
nacimiento en el mundo terrenal la muerte por el periodo el cual debe
permanecer en el cuerpo material. La muerte terrenal es entonces el nacimiento
o la resurrección hacia una vida cada vez superior en el Más Allá. Cada vez
superior a lo que era antes del nacimiento en el mundo material. Porque ninguna
entidad, salvo si está totalmente subdesarrollada, va hacia atrás en su
evolución. No hay más que un camino hacia arriba, y éste es inmensamente largo y
difícil, pero la consciencia de que sólo hay un caminar hacia arriba, hace que
cada entidad vaya aspirando hacia la meta que le ha sido fijada.
A propósito, me he salido un poco del tema,
para caracterizar mejor el concepto “espíritu”, y para grabar bien en el
cerebro, que lo que aquí en el mundo material consideramos como espíritu, no
son más que las expresiones de la entidad inmaterial, la cual no puede ser
captada ni descrita por el científico material.
La ciencia exacta se resiste a reconocer
esta teoría, pero no puede negar las fuerzas inmateriales para cuya aparición y
desaparición todavía no tiene explicación.
El espíritu del hombre existe pues, y se
manifiesta según la altura del nivel de evolución, en sus expresiones vitales y
en sus actos. Esto ya ha dado mucho que pensar, y nos preguntamos cómo es
posible que una persona que crece en un ambiente bajísimo, pueda ser capaz de
prestaciones altísimas, sin recibir influencia por ningún lado –hablo de un
lado visible o comprensible -.
En efecto, en cada niño que nace, se
encarna un espíritu más o menos maduro. Quisiera decir que la encarnación puede
denominarse casi como la internación en el sentido material, ya que en el
momento de nacer, el espíritu pierde toda relación, o mejor dicho, toda
relación consciente con el mundo del Más Allá. Su recuerdo de la vida en el
otro mundo queda borrado, tiene que empezar de nuevo a aprender y
desarrollarse. Sin embargo no se ha perdido lo que ya había aprendido y prestado
en una vida anterior y en la escuela del Más Allá. Sigue edificando sobre estas
experiencias y conocimientos, sobre la ya adquirida evolución hacia lo bueno y
lo valioso, para al finalizar la vida terrenal, volver digamos a su lugar, a
las esferas que le permiten continuar subiendo, y que le enseñan el empinado
camino hacia arriba.
Por ello los niños muestran un desarrollo
tan distinto, que a veces todos los esfuerzos quedan frustrados cuando los
padres creen que su hijo debe desarrollarse como ellos. A menudo esto es
realmente el caso, porque ya está determinado de antemano, qué bases y
posibilidades, o también qué dificultades hay que poner en el camino del individuo
para que pueda compensar viejos errores, o mejorar el nivel de evolución alto
ya conseguido.
Queremos cerrar por hoy. Estoy convencido
de que todavía hay muchos dudosos que no quieren aceptar lo que precede, porque
faltan las pruebas exactas y que va muy en contra de la teoría de la herencia y
de la disposición según los padres, etc. Pero a lo largo de mi exposición,
veremos asimismo que muchos puntos de estas teorías corresponden a la verdad,
si bien no del todo.
Mediumnidad.
Dr. Karl Nowotny
No hay comentarios:
Publicar un comentario