Al hablar de verdadera religión, no me estoy refiriendo
a una manifestación exterior sino a un sentimiento
profundo que se encuentra en el corazón, que es donde se siente la
necesidad de elevarse hacia un mundo de paz y felicidad.
El Espiritismo no es una religión en el sentido exacto
de la palabra, pero sí una doctrina
filosófica, científica y racional, actualizada para la humanidad de hoy, y
la humanidad del futuro; con un fundamento religioso, ya que todas sus bases
están dirigidas por el Maestro Jesús, y cimentadas en sus Evangelios y enseñamientos,
que al mismo tiempo se apoyan en las leyes inmutables que rigen el Universo.
Los espíritas no necesitamos de templos, imágenes, sacerdotes
o salvadores de almas, porque cada uno tiene que ser capaz de salvarse a sí
mismo, por su propio esfuerzo renovador, cada uno tiene que obtener su propia
luz, por merecimiento personal.
Yo aconsejaría a los hermanos que se dejan confundir
por falsos profetas, que desconfíen de ellos, que la luz no se puede dar, y
tampoco prestar, porque un ciego no puede ser guía de otro ciego.
Cuando nos sentimos aniquilados por el peso de
nuestros sufrimientos,
(digo nuestros sufrimientos, porque todos hemos pasado
por situaciones parecidas) a consecuencia de nuestros desatinos cometidos en el
pasado, sólo nos cabe una alternativa: el arrepentimiento sincero y reparador.
No nos engañemos, el perdón no existe como tal, las faltas cometidas hay que
pagarlas y proceder a su rectificación; si somos capaces de hacer la enmienda
con humildad, sin cometer nuevas infracciones, comenzará para nosotros un nuevo ciclo de reencarnaciones, más seguros
de nosotros mismos, emprendiendo un camino más luminoso. El Espiritismo
interpretado así, abarca todos los cultos, todos los sacerdocios, se eleva por
encima de todos ellos, y dice: ¡La verdad
está más alta que cualquier culto, y lo que en verdad nos interesa es el
perfeccionamiento de la humanidad!
Las religiones, inmovilizadas
en sus dogmas, cuando todo marcha y evoluciona en torno suyo, se sienten
agotadas y agonizantes, porque ya han perdido toda su influencia sobre sus creyentes
y están destinadas a morir; como todo en este mundo se muere para renacer,
porque la idea que los hombres se forman de la verdad, se modifica y se
engrandece y por esto las religiones deben transformarse cuando ya han cumplido
su objetivo, porque ya no responden al progreso de la humanidad.
El progreso nadie puede pararlo, y a medida que avanza
en su camino, necesita nuevas concepciones, un ideal más elevado, que lo
encuentra en los descubrimientos de la ciencia y en las nuevas instrucciones,
que esclarecen y renuevan con nuevas ideas, al conjunto de la humanidad. Hemos
llegado a un momento de la historia, en que las religiones envejecidas y agonizantes,
tienen que ceder paso a nuevos y renovadores proyectos.
El Espiritismo reúne las condiciones imprescindibles
para la transformación hacia una nueva humanidad. El Espiritismo es ciencia,
filosofía y moral religiosa. Pero no es una religión organizada, es diferente
de las demás religiones tradicionales; no tiene templos suntuosos, ni
sacerdotes, ni jefes religiosos, no adopta ningún tipo de ceremonia ni
misterios. Siempre está abierto al
estudio renovador y lógico; es claro y transparente, no pretende engañar a
nadie prometiendo salvaciones o promesas que no puede cumplir. El Espiritismo
nos dice que, “nuestra salvación sólo
depende de cada uno, y que nosotros construimos y somos portadores de nuestro
cielo o nuestro infierno que nos acompaña siempre, porque está dentro de
nosotros”.
Un mundo de aspiraciones se agita en lo más profundo
de esta humanidad, haciendo esfuerzos para tomar forma y salir a la luz. Las
dos grandes fuerzas: hombre y Espíritu, se enfrentan finalmente en un terrible
combate, y podríamos decir que si el Espíritu sabe resistir, será el gran
vencedor.
El Espiritismo representa una fase nueva de la evolución humana. Los modos de correspondencia que
unen a los hombres que viven en la Tierra, se extienden cada día más con los habitantes
del mundo invisible. No obstante, en los avances sucesivos de su campo de
acción, aquellos espíritas que no tienen aún la suficiente preparación, pueden
tropezar con numerosas dificultades en las relaciones con el mundo invisible,
que aun dándonos siempre resultados favorables, también nos ofrecen muchos
peligros, pues es un mundo oculto, mucho más difícil de penetrar y analizar que
el nuestro. Tanto allí como aquí, el saber y la ignorancia, la verdad y la
mentira, la virtud y la corrupción, se mezclan en la misma sintonía,
dificultando su percepción, que aun sintiendo con fuerza su presencia,
permanecen ocultos a nuestros sentidos. Por todo esto, antes de experimentar la
comunicación con el Más Allá, se deben de hacer copiosos y extensivos estudios.
Es necesario el conocimiento teórico, y
la preparación moral del Espíritu, para poder discernir, explicar y enseñar
en el Espiritismo, lo verdadero de lo falso; la realidad de la fantasía.
El Espiritismo no es solamente la demostración de la supervivencia
del Espíritu, sino que también es el medio por el cual recibe la humanidad las
inspiraciones del mundo superior; es más que una ciencia, es la comunicación
directa entre dos mundos, el mundo espiritual y el mundo material. Con el Espiritismo,
las facultades mediúmnicas que en otros tiempos, fueron privilegio de algunos,
hoy están al alcance de todo el que la posee, por ser una facultad muy
extendida a personas que reencarnan con esta preparación. Dicha facultad está
muy expandida de forma popular, si bien está reconocido el beneficio o ventajas
que aporta, hay que estar atentos y prevenidos ante los escollos y peligros que
puede desencadenar.
El Espiritismo nos pone en comunicación, a través del conocimiento,
con el mundo superior, efectuándose la revelación permanente, y la iniciación del hombre en las leyes supremas. Es el manantial potente de inspiración, que despierta en el Espíritu el sentido de la realidad y lo impulsa con decisión y firmeza, a la difícil lucha de su renovación, y sin escatimar en sacrificios sigue adelante, dispuesto a reparar hasta el último desatino que haya podido cometer.
Cuando el Espiritismo es malinterpretado, se convierte
en un espiritismo de baja calidad;
éste también tiene su utilidad, pues nos familiariza y nos pone en comunicación
con el mundo espiritual inferior. Las manifestaciones a través de los fenómenos
vulgares, nos ponen de manifiesto interesantes pruebas de identidad; de ellas
se pueden obtener importantes datos para la investigación. Pero estas prácticas
sólo deben realizarse cuando sea necesario para el estudio o en casos
puntuales; naturalmente con la debida preparación, porque se puede dar el caso
y muchas veces se ha dado, de que el “hechicero” quede “hechizado”.
El inmenso imperio de los espíritus, está poblado de
seres benéficos y también maléficos, están en todos lados en el espacio infinito;
desde los espíritus más triviales y groseros que están lindando con la
animalidad, hasta los espíritus más nobles y puros, mensajeros de la luz, que
llevan por todos los lugares, a través de los tiempos y del Universo, las
radiaciones del pensamiento divino.
Es posible que muchos rechacen estas conclusiones y quizás
los menos, las acepten, ¡pero esto tal vez no importe! Porque yo no estoy
buscando el éxito, solamente me mueve el sincero e inmenso deseo de divulgar la
verdad y esclarecer las mentes de todo aquél que esté dispuesto a no dejarse
embaucar más por ideas erróneas.
Elucidaciones Espíritas.
José Aniorte.
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