Los ángeles no necesitan
asumir cuerpo para su propio bien, sino para el nuestro. Al convivir
familiarmente con los hombres y conversando con ellos forman una comunidad de
comprensión que es la que los hombres esperan formar con ellos en la vida
futura. El hecho de que en el Antiguo Testamento los ángeles hayan tomado
cuerpo, fue como una figura anticipada de que la Palabra de Dios iba a tomar
cuerpo humano. Pues todas las apariciones del Antiguo Testamento están
orientadas a aquella otra aparición por la que el Hijo de Dios apareció
carnalmente.
El cuerpo asumido se une al
ángel no como a su forma ni como a su motor solamente, sino como a un motor
representado por el cuerpo móvil asumido. Pues, así como en la Sagrada
Escritura son descritas las propiedades de los seres intelectuales con formas o
representaciones sensibles, así también, y por virtud divina, los ángeles toman
cuerpos sensibles aptos para representar las propiedades inteligibles del
ángel. Esto es lo que significa que el ángel asuma cuerpo.
Aún cuando el aire, en su
vaporicidad, no tiene figura ni color, sin embargo, al condensarse, puede ser
moldeado y coloreado, como resulta claro con las nubes. Así es como los ángeles
asumen cuerpos formados a partir del aíre, condensándolos con la misma virtud divina
tanto cuanto sea necesario para formar el cuerpo que van a asumir.
Suma Teológica (I)
Tomás de Aquino.