Cuando medito en el drama del Calvario, y veo sometido a tanto sufrimiento y tanto dolor al Ser mayor que vino a encarnarse en este mundo, exclamo:
Si Él, que era y es mucho más que todos los que habitamos la Tierra, no vino a ceñir una corona y empuñar un cetro, mas hacerse el más humilde, el servidor de todos, el que curó los dolores de la Humanidad, el que sufrió todas las impertinencias, todos los suplicios, y dio tan grande ejemplo de paciencia, humildad y perdón, es que el Padre, es que Vos, Señor, no admitís categorías, ni grandezas humanas, ni ostentación, mas apenas virtud, amor, pureza, sacrificio y caridad.
Así, concluyo: la ley vuestra exalta el abatido, consuela el afligido, y el más humilde es para Vos el mayor, si es virtuoso y bueno.
Busco, entonces, la ley proclamada por el Humilde de los humildes, por el Bueno entre los buenos, el Pacífico entre los pacíficos. Aquel que, por su elevada conducta, es el Rey de todos los corazones justos, el que dirige todas las consciencias puras, el que orienta a todos los que deseamos ir hasta Vos. Y por eso lo admiro en la ley proclamada, en los ejemplos dados, y me inspiro en las palabras que pronunció. Y así como Él dijo que debemos perdonar, perdono todas las ofensas; y como dijo que debemos de amamos, amo a todos mis hermanos, y como dijo que el que desease seguirle debía cargar su cruz, la llevo sin quejarme. Y su figura me parece tan grande, que después de Vos, mi Padre; es el amor mío, la esperanza mía, el consuelo mío. ¡Señor! Siguiéndole para Vos, encontraremos nuestra felicidad, nuestro gozo, nuestra vida eterna. Siguiéndole para Vos, sentiremos paz en nuestra alma, por que seremos pacíficos y humildes. Siguiéndole para Vos, tendremos nuestro espíritu lleno de esperanzas. Por eso, yo le sigo como el criado sigue a su Señor, como el pequeñín sigue a su madre. Y cuando me afligen los sufrimientos, le veo clavado en la cruz y sigo firme el camino del Calvario de mi vida, no olvidando el gran ejemplo que nos dio, llevando en mi corazón el agradecimiento y el respeto que le debemos, por tan grandes virtudes practicadas, para enseñamos el camino que conduce a la felicidad eterna.
Pido perdón, al lector, por haberme demorado en esas consideraciones previas, pero habría considerado una falta de gratitud y de respeto al Todopoderoso, si antes de entrar en el desarrollo del texto del Guía Práctico del Espírita no hubiese dado un testimonio de amor y de adoración al Padre, y de agradecimiento y sumisión al Señor y Maestro.
“El Tesoro de los Espíritas”
Miguel Vives.
Miguel Vives.
Esta declaración de Amor y Fe te deja sin palabras....Sólo reconocer la enorme emoción que provoca leerla, y la admirable labor de este hermoso Espíritu como es Miguel Vives.
ResponderEliminarLe sencillez a la hora de escribir ayuda a transmitir ese sentimiento.
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