El espiritismo, que en su más lata acepción
abraza el estudio del mundo espiritual, del mundo material y de las relaciones
de ambos mundos, es a la vez una ciencia de observación y una doctrina
filosófica.
El primer compilador de esta doctrina, el
venerable maestro Allan Kardec, a cuya iniciativa e ímprobos trabajos se debe
el conjunto de enseñanza que sacó a aquélla del empirismo para elevarla a la
categoría de ciencia, Allan Kardec, decimos, dejó sentadas las bases sobre las
cuales había de desarrollarse el Espiritismo, y nos trazó el camino por donde
debían dirigirse el estudio y la propaganda. Con un sentido práctico, al que
ningún filósofo ha llegado, y con una previsión que se diría excede del alcance
humano, marcó proféticamente las fases por donde había de pasar el Espiritismo,
señaló con certero tino los escollos que era preciso evitar, y tuvo la singular
prudencia de no penetrar en el campo que debía reservar a los continuadores de
su obra. A Kardec no se lo conoce estudiando sólo sus obras fundamentales; es
preciso seguirle paso a paso en los diez tomos de su Revista (campo neutral,
como él decía, donde todo lo aquilataba) para apreciar en su verdadero valor la
obra de aquel gigante, a cuya grandeza harán justicia las generaciones
venideras. Verdad es que dio más alimento del que podían digerir sus
contemporáneos, pero no otra cosa debía suceder tratándose de un orden de
fenómenos que, si bien son tan antiguos como el hombre, estaba reservado a
nuestra época darles una base experimental; verdad es también que dejó puntos
embrionarios para que en tiempo y lugar oportunos adquiriesen el conveniente
desarrollo; mas esto es, sin duda alguna, lo que hace imperecedera la obra del
maestro, que nos legó bases y principios fijos, inmutables como lo son las
leyes de la naturaleza, dejando, sin embargo, a los discípulos anchísimo campo para
nuevas investigaciones que, lejos de destruir nada de lo edificado, completarán
el monumento del Espiritismo.
Diez años han transcurrido desde la
desencarnación de Allan Kardec (esto se escribía en el año 1878); en ese
tiempo, por el camino que él trazara, y según había previsto, la doctrina se ha
propagado tanto como no hay otro ejemplar en la historia; la raza latina y los
pueblos impresionables, cuya imaginación se hubiese extraviado comenzando a
conocer el Espiritismo por los fenómenos, han fundado su propaganda hasta ahora
en la parte doctrinal, contando sólo con médiums escribientes que expusieron,
desarrollaron y aun ampliaron la teoría, disponiéndose a entrar en la parte
esencialmente experimental con un conocimiento previo, sin el cual se torcerían
en el camino; la raza anglo sajona y los pueblos reflexivos ingresaron en el
Espiritismo, amparados siempre del fenómeno, y los médiums de efectos físicos
que tuvieron a millares han sido allí el gran elemento de propaganda,
permaneciendo hasta nuestros días refractarios a la idea reencarnacionista y
por ende a la doctrina compilada por Allan Kardec; pero las obras de éste,
recientemente traducidas al inglés, al alemán y al holandés, han penetrado en
esos países, siendo acogidas con calor y defendidas por la misma prensa
espiritista que antes se manifestaba más hostil. Nótese, por último, otro
significativo movimiento. La venida a Europa del médium norteamericano Dr.
Slade, que después del ruidosísimo proceso de Londres y de su estancia en Inglaterra,
acogido por la Sociedad Central Espiritista Inglesa, ha visitado las primeras
naciones del continente, dejando entre nosotros el germen de la propaganda por
el camino fenomenal; la venida de aquel médium, que ha despertado en el mundo
científico el estudio del Espiritismo experimental, coincide con la aparición
en los pueblos europeos de otros médiums de efectos físicos, que llegan, como
obra providencial, en tiempo oportuno para acelerar el triunfo de nuestra
doctrina, presentando el comprobante de la consoladora creencia con la fuerza
brutal del hecho, ante el cual calla el más recalcitrante materialismo.
Véase ahí patentemente el cumplimiento de lo
predicho por Allan Kardec, y véase cómo se encadenan las cosas en el plan de la
Providencia. En el momento en que los pueblos refractarios a la parte
especulativa acogen la doctrina filosófica del maestro, comienza a
desarrollarse la parte fenomenal en los pueblos refractarios antes a ese
aspecto del Espiritismo.
Los médiums Eglinton, Monck, Williams, Firman,
Isabel, Amelia, Bredif y otros en Europa y en la América latina, ofreciendo hoy
al estudio portentosos fenómenos, al mismo tiempo que la idea reencarnacionista
entra en los pueblos anglo sajones; esos hechos simultáneos señalan el tercer
acontecimiento en la historia del Espiritismo moderno. El primero fue su
divulgación en América, hace treinta años; y el segundo la aparición de las
obras de Allan Kardec.
“La Médium de las Flores”
Vizconde Torres-Solanot
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