220. La facultad mediúmnica
está sujeta a intermitencias y a suspensiones momentáneas, ya sea para las
manifestaciones físicas, ya sea para la escritura. He aquí las contestaciones
de los Espíritus dadas a algunas preguntas hechas con este objeto.
1. ¿Los médiums pueden
perder su facultad?
Esto sucede a menudo,
cualquiera que sea el género de esta facultad; pero muchas veces sólo es una
interrupción momentánea que cesa con la causa que ha producido.
2. ¿La causa de la pérdida
de la mediumnidad está en la extinción del fluido?
Cualquiera que sea la
facultad del médium nada puede hacer sin el concurso simpático de los
Espíritus, cuando ya no se recibe nada, no es porque le falte siempre la
facultad; muchas veces los Espíritus son los que no quieren o no pueden
servirse de él.
3. ¿Qué causa puede
provocar en un médium el abandono de los Espíritus?
El uso que hace de su
facultad es la más poderosa para los buenos Espíritus. Podemos abandonarle
cuando se sirve de ella para cosas frívolas o con miras ambiciosas; cuando rehusa
participar nuestra palabra o nuestros hechos a los encarnados que lo desean o
que lo necesitan ver para estar convencidos. Este don de Dios no se concede al
médium para que se divierta, y aun menos para servir su ambición, sino para su
propia mejora y para hacer conocer la verdad a los hombres. Si el Espíritu ve
que el médium no corresponde a sus miras y no aprovecha las instrucciones y las
advertencias que le da, se retira para buscar un protegido más digno.
4. El Espíritu que se
retira, ¿puede ser reemplazado y en este caso no comprenderíamos la suspensión
de la facultad?
No faltan Espíritus que lo
que más desean es comunicarse y están prontos a reemplazar a los que se
retiran; pero cuando es un buen Espíritu el que abandona al médium, puede muy
bien no dejarle sino momentáneamente y privarle por cierto tiempo de toda
comunicación, a fin de que le sirva de lección y probarle que su facultad no depende de él y no debe
envanecerse por tenerla.
Esta impotencia momentánea
es también para dar una prueba al médium de que escribe bajo una influencia
extraña; de otro modo no habría intermitencia.
Por otra parte, la
interrupción de la facultad no es siempre un castigo; acredita algunas veces el
cuidado del Espíritu por el médium a quien estima; quiere procurarle un reposo
material que juzga necesario y en este caso no permite que le reemplacen otros Espíritus.
5. Se ven, sin embargo,
médiums muy meritorios, moralmente hablando, que no tienen ninguna necesidad de
reposo, y son muy contrariados por las interrupciones cuyo objeto no comprenden.
Esto es con el fin de
poner su paciencia a prueba y juzgar de su perseverancia; por lo mismo los
Espíritus no señalan en general ningún término a esta suspensión; quieren ver
si el médium se impacientará. Muchas veces también es para dejarles el tiempo de
meditar las instrucciones que les han dado, y en esta meditación de nuestras
enseñanzas reconocemos a los espiritistas verdaderamente formales; no podemos
dar este nombre a aquellos que en realidad sólo son aficionados a las
comunicaciones.
6. ¿En este caso es
preciso que el médium continúe sus tentativas para escribir?
Si el Espíritu lo
aconseja, sí; si le dice que se abstenga, debe hacerlo.
7. ¿Y habría un medio de
abreviar esta prueba?
La resignación y la
oración. Por lo demás, basta hacer cada día una tentativa de algunos minutos,
porque sería inútil perder el tiempo ensayando infructuosamente; la tentativa
no tiene otro objeto que el de asegurarse si la facultad se ha recobrado.
8. ¿La suspensión supone
el alejamiento de los Espíritus que tienen la costumbre de comunicarse?
Nada de eso; el médium
está entonces en la posición de una persona que perdiera momentáneamente la
vista, y por eso no dejaría de estar rodeada de sus amigos, aun cuando no los viese.
El médium, pues, puede y aun debe continuar conversando con el pensamiento con
sus Espíritus familiares, y estar persuadido que se le oye. Si la falta de la
mediumnidad puede privar las comunicaciones materiales con ciertos Espíritus,
no puede privar las comunicaciones morales.
9. ¿Así es que la interrupción
de la facultad mediúmnica no implica siempre una censura de parte de los
Espíritus?
Sin duda que no, puesto
que puede ser una prueba de benevolencia.
10. ¿Cómo podríamos
conocer que esta interrupción sea causada por una censura?
Que consulte el médium su
conciencia y vea el uso que ha hecho de su facultad, el bien que de ella ha
resultado para los otros, el provecho que ha sacado de los consejos que se le han dado, y
tendrá la respuesta.
11. ¿El médium que no
puede escribir, tampoco puede valerse de otro médium?
Eso depende de la causa de
la interrupción; muchas veces sólo tiene por motivo el dejaros algún tiempo sin
comunicaciones, después de haberos dado consejos, a fin de que no os
acostumbréis a hacer nada sin nosotros; en este caso tampoco le servirá el valerse
de otro médium; esto tiene también por objeto el probaros que los Espíritus son
libres y no depende de vosotros el gobernarlos a vuestro gusto. Por igual razón
los que no son médiums no siempre tienen todas las comunicaciones que desean.
Observación. – En efecto; debe observarse
que aquel que recurre a un tercero para las comunicaciones, teniendo la
cualidad de médium, muchas veces no obtiene nada satisfactorio, mientras que en
otras ocasiones las respuestas son muy explícitas. Esto depende de tal modo de
la voluntad del Espíritu, que nada se adelanta cambiando de médium: parece con
respecto a esto, que los mismos Espíritus se ponen de acuerdo, porque lo que no
se obtiene de uno, tampoco se obtiene de otro. Entonces es preciso abstenerse, no
insistir ni impacientarse, si no se quiere ser el juguete de los Espíritus mentirosos,
que responderán si tanto se desea, y los buenos les dejarán hacer para castigar
nuestra impaciencia.
12. ¿Con qué fin la
Providencia ha dotado a ciertos individuos de la mediumnidad de una manera
especial?
Es una misión que se les
ha encargado y por lo que son dichosos; estos son los intérpretes entre los
Espíritus y los hombres.
13. ¿Hay, sin embargo,
médiums que no emplean su facultad sino con repugnancia?
Son médium imperfectos; no
conocen la importancia del favor que se les ha concedido.
14. Si es una misión, ¿por
qué no es el privilegio de los hombres de bien y no que se dé esta facultad a
personas que no merecen ninguna estimación y que pueden abusar de ella?
Se les da porque tienen
necesidad de su propio mejoramiento y a fin de que ellos mismos estén en
disposición de recibir buenas enseñanzas; si no se aprovechan de ellas sufrirán
las consecuencias. ¿Jesús no dirigía con preferencia su palabra a los
pecadores, diciendo que es preciso dar a aquel que no tiene?
15. Las personas que
tienen un gran deseo de escribir como médiums, sin conseguirlo, ¿pueden creer
por esto mismo falta de benevolencia de los Espíritus hacia ellos, por alguna
causa?
No, porque Dios puede
haberles rehusado esta facultad, como puede haberles rehusado el don de la
poesía o de la música; pero si no gozan de este favor pueden tener otros.
16. ¿Cómo puede
perfeccionarse el hombre con la enseñanza de los Espíritus, cuando no tienen
los medios de recibir esta enseñanza directa por sí mismo ni por otros médiums?
¿Acaso no tiene libros
como el cristiano tiene el Evangelio?
Para practicar la moral de
Jesús el cristiano no necesita oír las palabras de su boca.
“El Libro de los Médiums”