Si
sabemos que existe un pasado que nos impone la realidad del presente, si
sabemos que el presente condiciona de forma inexorable nuestro futuro, porque
tendremos que recoger inevitablemente todo aquello que hemos sembrado, ¿cuándo, por fin, vamos a comprender que
para cumplir nuestros compromisos espirituales, debemos de sacrificar los
intereses materiales? Todo espírita es poseedor de conocimiento doctrinario, y al reencarnar en
este planeta, viene con el compromiso asumido en el plano espiritual, de propagar
la nueva doctrina, cada uno con su propio esfuerzo y recursos y con total
independencia; aplicando a sí mismo la moral de esta doctrina, porque nadie
puede, ni tiene la moral suficiente para enseñar algo que no aplica y practica
en su propia vida. Si esto es así, y sabemos que lo es, ¿cómo somos capaces de
caer nuevamente en los errores del pasado? En el pasado comercializamos las
religiones, haciendo de ellas un medio para satisfacer nuestras pasiones y
ambiciones, y hoy aparentemente arrepentidos, volvemos a hacer lo mismo con la doctrina
espírita; comercializando nuevamente un ideal tan sublime, utilizándolo para
complacer nuestro orgullo, empleando los recursos ajenos para practicar una
falsa caridad.
No
pretendo convertirme en justiciero de nadie, ni me considero autorizado para
ello, pero sí estimo necesario levantar la voz para decir que, “al verdadero
espírita se le conoce por su transformación moral”, que está siempre dispuesto
a convertirse en apóstol de la verdad y que después de vivir esta realidad para
él mismo, tiene la fuerza moral para enseñarla a los demás. Así lo he hecho yo,
en el espacio de los 56 años transcurridos desde el día en que conocí el
Espiritismo hasta hoy. He conseguido mi transformación; he utilizado todos mis
recursos en divulgar esta doctrina, esclarecedora y consoladora, con total
autonomía. He publicado 16 libros, y cientos de miles de estos, circulan por
todo el mundo, distribuidos de forma gratuita, para que la luz de la verdad,
llegue con facilidad a todas partes. Y esto
me concede el privilegio de decir a los que pretenden oscurecer la luz del Espiritismo,
que jamás lo podrán conseguir.
Yo
con toda humildad le pido a nuestro querido Maestro Jesús, que ilumine la mente de estos
queridos hermanos, para que reconozcan su equivocación y cambien su
conducta, porque siempre estamos a
tiempo de rectificar; si queremos podemos hacerlo.
¡Que
nuestro Señor Jesús, nos ilumine, nos fortalezca y nos ayude a vencer nuestras
debilidades!
Elucidaciones Espíritas
José Aniorte.
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