¿Qué es la muerte?, ¿Significa el morir como
algunos pensaron y piensan la extinción de la vida?, ¿Será la muerte la
aniquilación del proceso vital?, ¿La muerte implicará que con la destrucción
del organismo se pierde la personalidad, el yo, se extingue la conciencia,
desaparece la individualidad?, ¿O podría ser que la muerte significase como
bien pensaron los clásicos griegos una metamorfosis, un cambio de formas, el
tránsito de un plano de vida a otro plano de la misma vida, en otro nivel
dimensional diferente?, ¿Qué es la muerte?.
Esta cuestión nos lleva a plantearnos: ¿Qué es la vida?, ¿Hay vida después
de la muerte?. De haberla, ¿Cuáles son las consecuencias que eso trae
para el pensamiento, para la conducta humana, para la comprensión del ser, para
el conocimiento de la realidad y para el autoconocimiento?.
Dependiendo de la respuesta que demos posiblemente nos ubiquemos en la vida
conforme a ciertos parámetros, a ciertos indicadores, y hasta nos comportemos
de determinada manera. Esta pregunta ha tenido dos grandes respuestas.
La respuesta que considera a la muerte como la desaparición del ser vital,
que considera que todas las categorías de lo existente se traducen en una realidad
de tipo material, la respuesta que considera que el Universo es un dinamismo
eterno, infinito, increado, donde ninguna potencia superior podría ser
creadora, dando origen a la concepción materialista de la historia. Y, en el otro
polo de las grandes ideas, la respuesta que considera que hay un principio espiritual
llamado de muy diversas maneras, considerado bajo distintos ángulos, pero que
tiene la propiedad de ser imperecedero, a diferencia del cuerpo físico, que
perece con la muerte. Esa contraparte espiritual sobrevive a ella y es capaz de
continuar la personalidad. Esta es la respuesta que ha dado origen a la
filosofía espiritualista. ¿Materialismo o Espiritualismo? Esta es la cuestión.
Y ese dilema hamleriano ¿ser o no ser?, ¿Vivir o no vivir?, después de
la muerte. Esas dos grandes opiniones han tenido en todos los tiempos hasta
nuestros días brillantes exponentes, lúcidos pensadores, gente que se ha esforzado
por ofrecer argumentos a favor de una tesis o de otra. Ya en la cultura clásica
griega, helénica, que solemos considerar como la fundación de la filosofía,
encontramos ese gran debate de todos los tiempos. Pensadores como los filósofos
jónicos, como Thales de Mileto, Empédocles, llegaron a considerar que todo
estaba planteado dentro de los cuatro elementos esenciales. Una visión
materialista. Y así como ellos, otros como Leucipo o Demócrito dentro de la
visión atomista, o Epicuro estableciendo que el placer, el hedonismo, sería lo
que daría sentido a la vida.
Y. así por consiguiente, a lo largo de los tiempos hasta nuestros días, la respuesta
materialista ha sido una expansión fundamental del pensamiento. Pero de la
misma manera también el Espiritualismo como visión del mundo, como concepción
de la realidad espiritual ha acompañado a la humanidad en todos los tiempos.
Desde los textos Védicos, desde la era Védica, desde las criptas del Himalaya,
hasta los monumentos funerarios egipcios con sus estelas, de sus mastabas, de
sus pirámides, desde las culturas americanas precolombinas hasta las
civilizaciones derviches del Cáucaso. Por todos los tiempos, desde el hombre
del Paleolítico hasta nuestros días, el Espiritualismo ha encontrado también
importantes pensadores en el campo de las religiones de Oriente y de Occidente,
y de las diversas escuelas filosóficas de todos los tiempos.
Extraido de la conferencia de Jon Aizpúrua.
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