El dolor es una bendición que Dios envía a los elegidos; no os aflijáis, pues, cuando sufrís, sino por el contrario, bendecid a Dios Todopoderoso que os ha señalado el dolor en la tierra para la gloria en el cielo.
Sed pacientes; la paciencia también es
una caridad, y vosotros debéis practicar la ley de caridad enseñada por Cristo,
enviado de Dios. La caridad que consiste en la limosna que se da a los pobres,
es la más fácil de todas: pero hay una mucho más penosa, y por consecuencia
mucho más meritoria: es "la de perdonar
a aquellos que Dios ha colocado a nuestro paso para ser instrumentos de
nuestros sufrimientos y poner nuestra paciencia a prueba".
La vida es difícil, ya lo sé; se
compone de mil frioleras que son alfilerazos que acaban por herir; pero es
menester mirar los deberes que se nos han impuesto, los consuelos y las
compensaciones que por otra parte tenemos, y entonces veremos que las bendiciones
son mucho más numerosas que los dolores. La
carga parece menos pesada cuando miramos a la altura que cuando doblamos la
frente hacia el suelo.
Ánimo, amigos, Cristo es vuestro
modelo; sufrió más que ninguno de vosotros, y nada tenía que echarse en cara,
mientras que vosotros tenéis que expiar vuestro pasado y fortificaros para el
porvenir. Sed, pues, pacíficos; sed cristianos; esta palabra lo enseña todo.
(Un Espíritu amigo. Havre,
1852).
"El Evangelio según el Espiritismo"
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