Hipólito León Denizard Rivail nació en Lyón, Francia, el 3 de octubre de 1804. Cursó los primeros estudios en su ciudad natal, los completó en Yverdon, Suiza, donde asistió al Instituto de Educación Pestalozzi, recibió una fuerte influencia protestante. Sus inclinaciones vocacionales fueron las ciencias y la filosofía, pero fundamentalmente la pedagogía.
En Yverdon se
convirtió en discípulo eminente y colaborador eficaz del célebre pedagogo
Pestalozzi, a quien llegó a reemplazar en la dirección del Instituto cuando
éste se ausentaba a otros países con la finalidad de fundar otros organismos
educacionales ajustados al método revolucionario por él creado. Era bachiller
en letras y ciencias y realizó estudios de medicina, sin llegarse a comprobar a
ciencia cierta, hasta ahora, si alcanzó a doctorarse en este arte-ciencia. Era
también un filólogo distinguido que conocía a fondo y hablaba correctamente el
inglés, el italiano, el español, el holandés y el alemán.
El 6 de
febrero de 1832, contrae enlace con la señorita y profesora también, Amelia
Gabriela Boudet. Por ese tiempo Rivail era director del Instituto Técnico
Pedagógico (sistema Pestalozzi) de la calle Sèvres 35, en París. El socio de
Rivail era su tío materno, quien adolecía de la pasión del juego, motivo que le
ocasionó grandes pérdidas de dinero y la ruina de su sobrino. El profesor
Rivail solicitó entonces la liquidación del Instituto, del cual quedaron 45.000
francos para cada uno de los socios. Esa cantidad fue depositada por los esposos
Rivail en manos de uno de sus íntimos amigos, comerciante, quien realizó muy
malas operaciones que lo llevaron a la quiebra, sin dejar nada para los
acreedores. Estaba lejos de ser próspero el futuro del joven estudiante eximido
del servicio militar, pero su labor de educacionista (ésta es la profesión que
hace figurar en su acta de casamiento), la atención de tres contabilidades que
llevaba y el éxito de sus obras didácticas, tuvieron la virtud de recuperarlo económicamente.
En este período que va de 1835 a 1840 organizó en su casa de la calle Sèvres
cursos gratuitos de química, físicas, astronomía y anatomía comparada.
En 1854, el
profesor Rivail oyó hablar por primera vez de las mesas giratorias a su amigo
Fortier, magnetizador, con quien mantenía relaciones por motivos de sus
estudios sobre magnetismo, los que realizaba desde los diecinueve años. Fortier
le dijo un día:
“He
aquí una cosa extraordinaria; no solamente se hace girar una mesa,
magnetizándola, sino que se la hace hablar: se la interroga y ella contesta”.
“Esto –respondió Rivail- es otra cuestión; yo creeré en ello cuando lo vea y se
me haya probado que una mesa tiene cerebro para pensar, nervios para sentir y
que pueda convertirse en sonámbula. Hasta entonces, permitidme que no vea en
ello más que un cuento para niños”.
En
este periodo que transcurre entre 1854 y 1856 se abre un nuevo horizonte ante
los ojos del pensador profundo y del observador sagaz. Es la etapa en que el
nombre de Rivail va a dejar lugar al de Allan Kardec, que se comienza ya a
gestar.
En
mayo de 1855 Rivail se reunia en la casa de Roger, excelente sonámbula, con
Saint-René Taillandier, Fortier, Pâtier y la señora Plainemaison, son los que
comparten su iniciación.
Fue
invitado a las sesiones que tenían lugar en la casa de la señora Plainemaison.
“Allí
fue donde por primera vez presencié el fenómeno de las mesas giratorias que
saltaban y corrían, y ello en condiciones tales que la duda era imposible”
Es
aquí donde traba relación y amistad con la familia Boudin, a cuyas sesiones
familiares es invitado.
“Fue
allí donde hice mis primeros estudios sobre Espiritismo, todavía más por observación
propia que por revelación. Apliqué a esta nueva ciencia, como era mi
costumbre, el método experimental. Jamás senté una teoría preconcebida; observé
atentamente, comparé y deduje consecuencias. De los efectos procuré remontarme
a las causas por la deducción y el encadenamiento lógico de los hechos. […] Así
había procedido en mis trabajos anteriores, desde la edad de quince a dieciséis
años. Desde el primer momento me di cuenta de la gravedad de la exploración que
iba a emprender; entreví en aquellos fenómenos la clave del problema tan oscuro
y controvertido sobre el pasado y el porvenir de la humanidad, la solución de
lo que había buscado toda mi vida; en una palabra, comprendí que se trataba de
una revolución en las ideas y en las creencias; me era preciso proceder con
circunspección y no a la ligera; ser positivista y no idealista, para no
dejarme llevar de mis propias ilusiones”.
Varias
personalidades (Carlotti, lingüista; Taillandier,
literato; Pedro Pablo Didier, futuro editor, entre otros) habían reunido
cincuenta cuadernos de comunicaciones diversas que era preciso estudiar y
catalogar. Conociendo su capacidad de síntesis, se los entregaron, pidiéndole
analizarlos y cotejarlos en base a un plan orgánico. Rivail se puso manos a la
tarea: Tomó los cuadernos, los anotó cuidadosamente, suprimió las repeticiones
y puso en su lugar los dictados de cada sesión. “Hasta entonces –dice él mismo-
las sesiones en casa de la familia Boudin no tenían objeto determinado. Yo me
propuse hallar en ellas la solución de los problemas que me interesaban desde
el punto de vista de la filosofía, de la psicología y la naturaleza del Mundo
Invisible. Llegaba a cada sesión con una serie de preguntas preparadas y
ordenadas metódicamente, y siempre me eran contestadas con precisión,
profundidad y lógica abundante”. […] “Huelga decir que, precisamente, estas
comunicaciones desarrolladas y completadas luego formaron la base de El
libro de los Espíritus”.
En 1856 asistió
a reuniones mediúmnicas que tenían lugar en casa del señor Roustan, con la
señorita Japhet, sonámbula, como médium que obtenía interesantes
comunicaciones. Por intermedio de ella hizo revisar las obtenidas
anteriormente. Kardec manifiesta que no quedó del todo satisfecho con esta
revisión, lo que lo motivó a consultar a otros médiums, siendo el caso que en
preguntas espinosas de El libro de los Espíritus han llegado a colaborar
hasta diez médiums distintos, como manifiesta en dicho libro.
Cuando todo
le pareció ser la expresión clara de la Doctrina, Rivail publicó el libro que
salió a la luz el 18 de abril de 1857, en París, con el seudónimo de Allan
Kardec, su nombre de otra existencia anterior entre los druidas. Esta primera
edición constaba de 501 preguntas. Ella se agotó en pocos días, lo que obligó a
reeditarla en su forma actual de 1018 preguntas, es decir, corregida y aumentada.
“El Libro de
los Espíritus”
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