Introducción
Con
este curso me gustaría dar a conocer, de una manera sencilla y resumida, a aquellos
que empiezan a dar sus primeros pasos en la Doctrina Espírita.
Para
que descubran el conocimiento que alberga “El Libro de los Espíritus”, primera
obra de la Codificación Espírita y pieza fundamental de la Doctrina.
¡Que
los Buenos Espíritus me inspiren y me guíen en este proyecto!.
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Libro
Primero
Las Causas Primeras
Capítulo I
Dios
I.-
Dios y el infinito
Allan
Kardec comienza “El Libro de los Espíritus” con la definición de Dios. “¿Qué es
Dios?”
El
Dios espírita no es antropomorfo, es decir, no se trata de un ser formado a
imagen y semejanza del hombre.
Para
Kardec es la inteligencia infinita.
Los
atributos de Dios no se confunden con los atributos humanos:
·
Él es eterno,
·
inmutable,
·
inmaterial,
· omnipotente,
·
todopoderoso,
·
soberanamente justo y bueno.
No
se confunde Dios con el Universo, puesto que es el Creador y mantenedor de
éste.
Dios es infinito en sus
perfecciones, pero lo infinito constituye una abstracción. Decir que Dios sea lo
infinito es como tomar el atributo de una cosa por la cosa misma, es decir,
definir algo que no es conocido por otra cosa que tampoco lo es.
Para
la Doctrina Espírita la existencia de Dios, es uno de sus principios básicos, es
el Creador de todo lo que existe.
Como nos han dicho los Espíritus, en muchas
ocasiones, nuestro lenguaje es muy limitado para definir la verdadera
naturaleza de Dios.
Dios es Eterno. No tuvo principio y no tendrá fin. . . . Si supusiéramos para Él un
principio o un fin, podríamos concebir una entidad que existiera antes de Él y
capaz de sobrevivirlo, y así sucesivamente hasta el infinito.
Dios es Inmutable. Si estuviera sujeto a transformaciones, las leyes que rigen el Universo
no tendrían estabilidad alguna.
Dios es Inmaterial. Su naturaleza difiere de todo lo que llamamos materia. De otro modo, no
sería inmutable, pues estaría sujeto a las transformaciones de la materia.
Dios es Omnipotente. Si no poseyese el poder supremo, siempre se podría concebir a una entidad
más poderosa.
Dios es Soberanamente Justo y Bueno. La soberana bondad implica la soberana Justicia.
Dios es Infinitamente Perfecto. Es imposible concebir a Dios sin infinitas perfecciones.
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14/9/14
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En un axioma que aplicáis a vuestras ciencias: no hay efecto sin causa. Buscad
la causa de todo lo que no sea obra del hombre y vuestra razón os responderá.
Para creer en Dios basta con echar una
ojeada a las obras de la Creación. El Universo existe. Tiene, pues, una causa.
Dudar de la existencia de Dios equivaldría a negar que todo efecto tiene una
causa y afirmar que la nada ha podido hacer algo.
Como dicen los
Espíritus, el lenguaje humano es muy limitado y no tenemos palabras para
definir la verdadera naturaleza de Dios.
Con el
Espiritismo lo podemos analizamos racionalmente. Ahora lo comprendemos de
acuerdo a nuestro nivel de adelanto. Cuando nuestro Espíritu llegue a su estado
puro, comprenderemos a Dios en su inmensidad.
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- Si así
fuese, ¿por qué vuestros salvajes* poseen también ese sentimiento?
23/9/14
-
Que Dios existe. Porque ¿de dónde le vendría ese sentimiento si en nada se
basara? Es una consecuencia más del principio de que no hay efecto sin causa.
6.
El sentimiento íntimo que tenemos en nosotros de la existencia de Dios, ¿no
sería un resultado de la educación y un producto de las ideas adquiridas?
Si
ese sentimiento de la existencia de un Ser Supremo sólo fuera producto de una
enseñanza no sería universal y –como las nociones científicas- no existiría
sino en aquellos que hubieran podido recibir esa enseñanza.
* “Salvajes” era el término por
excelencia que en el siglo XIX y principios del XX se empleaba en antropología
para designar a lo que hoy podríamos llamar aborígenes. Por tanto no conlleva
ninguna connotación peyorativa, simplemente respetamos la palabra original. [N. del copista.]
7.
¿Podríamos hallar la causa primera de la formación de las cosas en las
propiedades íntimas de la materia?
-
Pero entonces, ¿cuál sería la causa de esas propiedades? Se requiere siempre
una causa primera.
Atribuir
la formación primera de las cosas a las propiedades íntimas de la materia sería
tomar el efecto por la causa, por cuanto dichas propiedades son, en sí mismas,
un efecto que debe tener su causa.
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