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13 de agosto de 2013

El Misterio del Ser


La educación dependerá del conocimiento menor o mayor que el educador posea de sí mismo. Porque conocerse a sí mismo será el primer paso del conocimiento del ser humano. La Humanidad es una sola. El ser humano, en todas las épocas y en todas partes, fue siempre el mismo. Su constitución física, su estructura psicológica, su consciencia son iguales en todos los seres humanos. Esta igualdad fundamental y esencial es lo que caracteriza al hombre. Las diferencias temperamentales, culturales, de tipología psicológica, de raza o nacionalidad, de color o de tamaño son apenas accidentales. Por esto mismo la Educación es universal y sus objetivos serán los mismos en todas las épocas y en todas las latitudes de la Tierra.



Esta estandarización, que debería simplificar la educación, en la realidad la complica, porque por debajo del aspecto estándar surgen las diferencias individuales y grupales. Cada individuo es único, diferente de todos los demás, lo mismo se da en los grupos afines. El tipo psicológico de cada ser humano es único e irreducible a la masa. El misterio del ser, que aturde a los educadores, se llama personalidad. Cada ser humano es una persona. Y lo será desde el nacimiento, puesto que ya nace formada con su complicada estructura que apenas se desenvolverá en el crecimiento y en la relación social. Será difícil para el educador dominar todas estas variaciones y orientarlas.



Educar, como se ve, es descifrar el enigma del ser en general y de cada ser en particular, de cada educando. René Hubert, pedagogo francés contemporáneo, define la Educación como un acto de amor, por el cual una consciencia formada procura elevar a su nivel a una consciencia en formación. La Educación se presenta, así, como Ciencia, Filosofía, Arte y Religión. Será Ciencia cuando investiga las leyes de la compleja estructura humana. Filosofía cuando, después de poseer estas leyes, procura interpretar al hombre. Arte cuando el educador se desdobla sobre el educando para intentar orientarlo en el desenvolvimiento de sus poderes internos vitales y espirituales. Religión porque busca la salvación del ser humano en el torbellino de todas las amenazas, tentaciones y peligros del mundo. El verdadero educador será quien practique la Religión verdadera del amor al prójimo, en aquello que podemos llamar el Culto del Ser en el templo de su propio ser.



No se trata de una imagen mística de la Educación, sino de un intento de verla, comprenderla y aplicarla en todas sus dimensiones. El acto de educar será esencialmente religioso. No será apenas un acto de amor individual, del maestro hacia el discípulo, sino también un acto de integración y salvación. La Educación no procura integrar al ser en desenvolvimiento en una situación social dada o cultural, sino en la condición humana, salvándolo de los condicionamientos animales de la especie, elevándolo al plano superior del espíritu.



Será fácil comprender cuán lejos está de todo esto el profesionalismo educativo de nuestro tiempo. Tenían razón los filósofos griegos cuando condenaron el profesionalismo de los sofistas. No se trataba apenas de una diferencia de clases sociales, sino de la lucha contra el envilecimiento de la Educación por quienes negaban la existencia de la verdad a cambio de sus intereses inmediatistas.



¿Cómo ajustar los fines superiores de la Educación a las exigencias de una civilización basada en el lucro? La falta de una solución para este ajuste es el origen de la crisis universal de la Educación en la actualidad. No obstante, la solución podría encontrarse en la aplicación de procesos vocacionales. Ningún tipo de educación colectiva podrá ser eficaz si no estuviere en condiciones de observar y orientar las tendencias vocacionales.



El desenvolvimiento de la Era Cósmica, apenas iniciada con las conquistas actuales de la Astronáutica, trae nuevos y graves problemas al campo educativo. Toda la Tierra está siendo afectada por la nueva concepción del hombre y de su posición en el Cosmos. El aceleramiento del proceso tecnológico está llevando al hombre a conocer mejor a su condición humana. El escepticismo de los últimos tiempos va cediendo lugar a un despertar de nuevas y grandiosas esperanzas. La Educación de la Era Cósmica comienza a nacer y los educadores comienzan a percibir que precisan renovar los procesos educativos.



“Pedagogía Espírita”

J. Herculano Pires