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13 de diciembre de 2013

¿Qué es la muerte?



¿Qué es la muerte?, ¿Significa el morir como algunos pensaron y piensan la extinción de la vida?, ¿Será la muerte la aniquilación del proceso vital?, ¿La muerte implicará que con la destrucción del organismo se pierde la personalidad, el yo, se extingue la conciencia, desaparece la individualidad?, ¿O podría ser que la muerte significase como bien pensaron los clásicos griegos una metamorfosis, un cambio de formas, el tránsito de un plano de vida a otro plano de la misma vida, en otro nivel dimensional diferente?, ¿Qué es la muerte?.

Esta cuestión nos lleva a plantearnos: ¿Qué es la vida?, ¿Hay vida después de la muerte?. De haberla, ¿Cuáles son las consecuencias que eso trae para el pensamiento, para la conducta humana, para la comprensión del ser, para el conocimiento de la realidad y para el autoconocimiento?.

Dependiendo de la respuesta que demos posiblemente nos ubiquemos en la vida conforme a ciertos parámetros, a ciertos indicadores, y hasta nos comportemos de determinada manera. Esta pregunta ha tenido dos grandes respuestas.

La respuesta que considera a la muerte como la desaparición del ser vital, que considera que todas las categorías de lo existente se traducen en una realidad de tipo material, la respuesta que considera que el Universo es un dinamismo eterno, infinito, increado, donde ninguna potencia superior podría ser creadora, dando origen a la concepción materialista de la historia. Y, en el otro polo de las grandes ideas, la respuesta que considera que hay un principio espiritual llamado de muy diversas maneras, considerado bajo distintos ángulos, pero que tiene la propiedad de ser imperecedero, a diferencia del cuerpo físico, que perece con la muerte. Esa contraparte espiritual sobrevive a ella y es capaz de continuar la personalidad. Esta es la respuesta que ha dado origen a la filosofía espiritualista. ¿Materialismo o Espiritualismo? Esta es la cuestión. Y ese dilema hamleriano ¿ser o no ser?, ¿Vivir o no vivir?, después de la muerte. Esas dos grandes opiniones han tenido en todos los tiempos hasta nuestros días brillantes exponentes, lúcidos pensadores, gente que se ha esforzado por ofrecer argumentos a favor de una tesis o de otra. Ya en la cultura clásica griega, helénica, que solemos considerar como la fundación de la filosofía, encontramos ese gran debate de todos los tiempos. Pensadores como los filósofos jónicos, como Thales de Mileto, Empédocles, llegaron a considerar que todo estaba planteado dentro de los cuatro elementos esenciales. Una visión materialista. Y así como ellos, otros como Leucipo o Demócrito dentro de la visión atomista, o Epicuro estableciendo que el placer, el hedonismo, sería lo que daría sentido a la vida.

Y. así por consiguiente, a lo largo de los tiempos hasta nuestros días, la respuesta materialista ha sido una expansión fundamental del pensamiento. Pero de la misma manera también el Espiritualismo como visión del mundo, como concepción de la realidad espiritual ha acompañado a la humanidad en todos los tiempos. Desde los textos Védicos, desde la era Védica, desde las criptas del Himalaya, hasta los monumentos funerarios egipcios con sus estelas, de sus mastabas, de sus pirámides, desde las culturas americanas precolombinas hasta las civilizaciones derviches del Cáucaso. Por todos los tiempos, desde el hombre del Paleolítico hasta nuestros días, el Espiritualismo ha encontrado también importantes pensadores en el campo de las religiones de Oriente y de Occidente, y de las diversas escuelas filosóficas de todos los tiempos.


Extraido de la conferencia de Jon Aizpúrua.