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17 de agosto de 2013

Función y Significación del Centro Espírita



El Centro Espírita no es templo ni laboratorio; es, para usar la expresión de Víctor Hugo: "un point d’optique" del movimiento doctrinario, o sea, su punto visual de convergencia.

Podemos figurarlo como un espejo cóncavo en que todas las actividades doctrinarias se reflejan y se unen, proyectándose, conjugadas, en el plano social general, espírita y no espírita. De ahí que su importancia, como síntesis natural de la dialéctica espírita, es fundamental para el desenvolvimiento seguro de la Doctrina y sus prácticas. Kardec avaluó su importancia significativa en el plano de la divulgación y de la orientación de los Grupos, explicando ser preferible la existencia de varios centros pequeños y modestos en una ciudad o en un barrio a la existencia de un único Centro grande y suntuoso.
 

Un Centro Espírita pequeño y modesto –como la mayoría lo son- atrae a las personas realmente interesadas en el conocimiento doctrinario, crea un ambiente de fraternidad activa en que las discriminaciones sociales y culturales desaparecen por el entrelazamiento de todos sus componentes, considerados como colaboradores necesarios de una obra única y concreta.

Lo ideal es que el Centro funcione en su sede propia para un mayor y más libre desenvolvimiento de sus trabajos, pero cuando eso no fuese posible, puede funcionar con eficiencia en un local cedido o alquilado, en un garaje vacío o en una dependencia de una casa familiar.  

Las objeciones contra eso sólo pueden valer cuando se trate de casas en que existan motivos materiales o morales que lo impidan.
 

Muchos Centros Espíritas surgieron del desenvolvimiento de grupos familiares, desmembrándose más tarde de la residencia en la que se constituyeran. La alegación de que la casa queda infestada o casa semejantes es contradicha por la experiencia.

Un trabajo de amor al prójimo, hecho con sinceridad e intenciones elevadas, cuenta con la protección de los Espíritus benevolentes y la propia defensa de sus buenas intenciones. Los Centros oriundos de grupos familiares se muestran más cohesionados y más abiertos, conservando la savia fraterna de su origen. Y ése es el clima que necesitan los trabajos doctrinarios.
 

Organizado el Centro, con una denominación simple y afectiva, con el nombre de un Espíritu amigo o de una personalidad abnegada, de persona ya desencarnada; redactados, aprobados en asamblea general constituyente y registrados los estatutos, su función y significación están definidas como estudio y práctica de la Doctrina, divulgación y orientación de los interesados, servicio asistencial de esclarecimiento a los Espíritus sufrientes y a las personas perturbadas, conforme, siempre, a la Codificación de Allan Kardec. 

Sin Kardec no hay Espiritismo; existe, sí, apenas, un mediumnismo desorientado, formas de sincretismo religioso (...), confusiones derivadas de teorías personales de supuestos maestros.

Dirigentes, auxiliares y frecuentadores de un Centro Espírita bien organizado saben que la obra de Kardec es un momento científico, filosófico y religioso de estructura dinámica, no estática, pero cuyo desenvolvimiento exige estudios e investigaciones del mayor rigor metodológico realizado con humildad, buen sentido, respeto a la Doctrina y condiciones culturales superiores. Opiniones personales, suposiciones de personas arrogantes, libros mediúmnicos o no de contenido mixtificador –sea el autor quien fuere-, no tienen ningún valor para un verdadero Centro Espírita.
 

Cada Centro Espírita tiene sus protectores y guías espirituales que demuestran su autenticidad por los servicios que prestan, por las manifestaciones oportunas y cautelosas y su dedicación a los principios kardecianos. La autoridad moral y cultural de los dirigentes y de los Espíritus protectores y guías de médiums y trabajos deviene de la integración de los mismos a la orientación fijada por Allan Kardec. 

El Centro que olvidase eso caería fatalmente en situaciones negativas, adoptando prácticas antiespíritas que lo llevarían por el camino que se aleja de Kardec y del Espíritu de Verdad. Las consecuencias de esa falacia son altamente perjudiciales a todo el movimiento espírita. No se trata de ningún problema sobrenatural, sino simplemente de falta de vigilancia –principalmente frete al orgullo y la vanidad- que lleva a muchas personas a querer ser más que las demás. Lo mismo acontece también en todos los sectores de la actividad humana, en los cuales encontramos científicos pretenciosos y sistemáticos, comerciantes fraudulentos y médicos fanatizados con sus propias ideas. La pretensión humana no tiene límites y cada individuo vanidoso está siempre asesorado por entidades mixtificadoras.




"El Centro Espírita"
J. Herculano Pires.


13 de agosto de 2013

El Misterio del Ser


La educación dependerá del conocimiento menor o mayor que el educador posea de sí mismo. Porque conocerse a sí mismo será el primer paso del conocimiento del ser humano. La Humanidad es una sola. El ser humano, en todas las épocas y en todas partes, fue siempre el mismo. Su constitución física, su estructura psicológica, su consciencia son iguales en todos los seres humanos. Esta igualdad fundamental y esencial es lo que caracteriza al hombre. Las diferencias temperamentales, culturales, de tipología psicológica, de raza o nacionalidad, de color o de tamaño son apenas accidentales. Por esto mismo la Educación es universal y sus objetivos serán los mismos en todas las épocas y en todas las latitudes de la Tierra.



Esta estandarización, que debería simplificar la educación, en la realidad la complica, porque por debajo del aspecto estándar surgen las diferencias individuales y grupales. Cada individuo es único, diferente de todos los demás, lo mismo se da en los grupos afines. El tipo psicológico de cada ser humano es único e irreducible a la masa. El misterio del ser, que aturde a los educadores, se llama personalidad. Cada ser humano es una persona. Y lo será desde el nacimiento, puesto que ya nace formada con su complicada estructura que apenas se desenvolverá en el crecimiento y en la relación social. Será difícil para el educador dominar todas estas variaciones y orientarlas.



Educar, como se ve, es descifrar el enigma del ser en general y de cada ser en particular, de cada educando. René Hubert, pedagogo francés contemporáneo, define la Educación como un acto de amor, por el cual una consciencia formada procura elevar a su nivel a una consciencia en formación. La Educación se presenta, así, como Ciencia, Filosofía, Arte y Religión. Será Ciencia cuando investiga las leyes de la compleja estructura humana. Filosofía cuando, después de poseer estas leyes, procura interpretar al hombre. Arte cuando el educador se desdobla sobre el educando para intentar orientarlo en el desenvolvimiento de sus poderes internos vitales y espirituales. Religión porque busca la salvación del ser humano en el torbellino de todas las amenazas, tentaciones y peligros del mundo. El verdadero educador será quien practique la Religión verdadera del amor al prójimo, en aquello que podemos llamar el Culto del Ser en el templo de su propio ser.



No se trata de una imagen mística de la Educación, sino de un intento de verla, comprenderla y aplicarla en todas sus dimensiones. El acto de educar será esencialmente religioso. No será apenas un acto de amor individual, del maestro hacia el discípulo, sino también un acto de integración y salvación. La Educación no procura integrar al ser en desenvolvimiento en una situación social dada o cultural, sino en la condición humana, salvándolo de los condicionamientos animales de la especie, elevándolo al plano superior del espíritu.



Será fácil comprender cuán lejos está de todo esto el profesionalismo educativo de nuestro tiempo. Tenían razón los filósofos griegos cuando condenaron el profesionalismo de los sofistas. No se trataba apenas de una diferencia de clases sociales, sino de la lucha contra el envilecimiento de la Educación por quienes negaban la existencia de la verdad a cambio de sus intereses inmediatistas.



¿Cómo ajustar los fines superiores de la Educación a las exigencias de una civilización basada en el lucro? La falta de una solución para este ajuste es el origen de la crisis universal de la Educación en la actualidad. No obstante, la solución podría encontrarse en la aplicación de procesos vocacionales. Ningún tipo de educación colectiva podrá ser eficaz si no estuviere en condiciones de observar y orientar las tendencias vocacionales.



El desenvolvimiento de la Era Cósmica, apenas iniciada con las conquistas actuales de la Astronáutica, trae nuevos y graves problemas al campo educativo. Toda la Tierra está siendo afectada por la nueva concepción del hombre y de su posición en el Cosmos. El aceleramiento del proceso tecnológico está llevando al hombre a conocer mejor a su condición humana. El escepticismo de los últimos tiempos va cediendo lugar a un despertar de nuevas y grandiosas esperanzas. La Educación de la Era Cósmica comienza a nacer y los educadores comienzan a percibir que precisan renovar los procesos educativos.



“Pedagogía Espírita”

J. Herculano Pires