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17 de agosto de 2014

Un Recuerdo al Hermano Ausente José Palet



El Espiritismo ha perdido uno de sus mejores adeptos en la tierra, y la prensa espiritista uno de sus más entendidos obreros, y “La Revelación”, la humilde revista Alicantinas uno de sus  más queridos colaboradores. 

Cúmplenos como buenos cristianos acatar y bendecir la voluntad de Dios, pero queda en nuestra mente un recuerdo melancólico y un sentimiento de dolorosa envidia. 

Almas de tan buen temple como la de Palet, son espíritus proscritos que la tierra les ha servido de penitenciaria. 

¡Emigrado, vuelve a tu patria!. 

¡Prisionero, recobra tu libertad!. 

¡Viajero universal! sigue tu eterno viaje, y no te olvides en las capitales del infinito de la pobre aldea donde te detuviste algunos años, para enseñarnos los mandamientos de la ley de Dios. Adiós, querido maestro.

Adiós, hermano Palet, hasta luego.

Antes de morir decías
con íntima convicción:
“Terminaré mi expiación
dentro de muy breves días”.
Sin duda alguna, veías
la imagen de la verdad;
y de la inmortalidad
quizá escuchaste el acento;
porque es el presentimiento 
la voz de la eternidad.




Ramos de Violetas II
Amalia Domingo Soler.





 

14 de agosto de 2014

Una Carta Hermosísima de Amalia



Señor Director de El Buen Sentido:

Querido hermano en creencias; uno de los sentimientos que deben engrandecer al Espíritu, es la gratitud, y profundísima gratitud guarda mi alma para el hombre generoso que inició una suscripción a mi favor, y para todos aquellos que han respondido a su humanitario llamamiento.

Por razón natural, los que han llorado mucho son los que saben agradecer, porque es necesario vivir en la sombra para apreciar lo que vale la luz; es preciso haber visto la muerte de cerca, para conocer el inmenso valor de la vida.

El objetivo de esta carta es, como debe usted comprender, para dar mi voto de gracias a todos los espiritistas que han secundado los nobles deseos de usted, y además quiero hacer una aclaración: la suscripción iniciada a mi favor, ha producido como era lógico, encontrados pareceres; unos se han adherido al pensamiento de usted; otros lo han rechazado, y por si alguno ha podido creer que yo escribía defendiendo el Espiritismo porque buscaba en él la base de mi porvenir, justo es que yo deje la verdad en su lugar.

Desde la edad de diez años comencé a escribir, y siempre he colaborado en algunos periódicos literarios o políticos, sin dejar por esto de trabajar para vivir, dedicándome a coser; pero mis ojos delicados y faltos de vista, por tener una gran debilidad en la retina, mortificados por el excesivo trabajo me han dejado años enteros en la más angustiosa impotencia, y en el año 1877 comprendí con espanto que no podía ganarme mi sustento. Mis ojos fatigados se negaron por completo a secundar mis deseos, que nunca han sido otros que vivir de mi trabajo.

El año 1873, comencé a escribir en La Revelación, de Alicante, y como yo en el espiritismo encontré la vida; porque hallé la resignación y el convencimiento de que lo que no se gana no se obtiene, deseando difundir el consuelo, anhelando llevar un reflejo de luz al hogar de los pobres, el tiempo que había de emplear en murmurar del prójimo, lo aprovechaba en escribir, y todas las revistas espiritistas de España acogieron mis escritos con fraternal benevolencia. En coser y en escribir ocupaba mi vida, hasta que, como he dicho antes; en el año 1877 me encontré en Barcelona, imposibilitada para atender a las primeras necesidades de la existencia, puesto que mis ojos se negaban a ayudarme; pero como cuando la expiación se acaba, el hombre encuentra seres amigos, la Providencia puso a mi paso una familia espiritista, cuyo jefe, con tono profético, me dijo:

- No puedes coser, porque perderías la poca vista que te queda; pero puedes escribir; las costureras sobran y escritoras faltan, sobre todo en el Espiritismo. Trabaja en difundir la luz, y la luz no faltará a tus ojos. En mi casa encontrarás la tranquilidad que necesitas; no pienses en ti, piensa en el bien que puedes hacer a los demás.

Acepté su ofrecimiento con profunda gratitud y con profunda pena al mismo tiempo, porque a los hijos del trabajo les gusta ganar el pan con el sudor de su frente.

Cumplióse la profecía del espiritista que me brindó hospitalidad, verificándose en mí un extraño fenómeno. Mis ojos se han negado a fijarse en las labores; se fatigan mucho si les obligo a fijarse en los libros; y si me pongo a escribir a las siete de la mañana y dejo la pluma a las siete de la tarde, no experimento más que un leve dolor encima de las cejas, y como yo creo que el hombre debe trabajar mientras aliente, por eso, trabajo, y no pudiendo hacer otra cosa que escribir, escribo, y creo que obrando así, cumplo con mi obligación.

Jamás he pensado en lo que será de mí mañana, plenamente convencida de que no sufriré más de lo que he sufrido y de lo que deba sufrir. Mi conciencia está tranquila, porque he trabajado cuanto he podido trabajar, y hoy trabajo cuanto me es posible en mis humanas fuerzas.

En el año 1878 escribí ciento tres artículos; en 1879, ciento veintisiete; en 1880, ciento veinticinco; y llevo escritos en el año actual sesenta artículos. Si más pudiera hacer, más haría; pero mi salud está muy quebrantada, y la noche no la puedo emplear en trabajo alguno.

Creo que he cumplido con mi deber dando esta satisfacción a los que hoy tanto se han interesado en mi favor.

Conste siempre que no he buscado en el Espiritismo mi casa de la Tierra, sino el progreso de mi Espíritu, la resignación, la esperanza, el consuelo supremo de las verdades eternas.

Pobre, y medio ciega, sin poder ganarme el sustento, porque la falta de la vista entorpece todos nuestros movimientos, tuve que aceptar, a pesar mío, la generosa oferta de la familia espiritista que me acogió en su casa, y hoy admito con profundo reconocimiento la pensión que me señalan mis correligionarios, porque nada poseo, porque nada tengo. Soy pobre de solemnidad, y el que como yo se sienta a la mesa de otro, no tiene derecho a rechazar lo que le ofrece la Providencia.

Lo repito: mi gratitud será eterna para el que inició la suscripción y para todos aquellos que se adhirieron a su pensamiento, y aunque con el transcurso del tiempo se llegase a entibiar y aún a extinguir el interés que hoy inspiro a mis hermanos en creencias espiritistas, jamás olvidaré que un día se acordaron de mí; y en una humanidad tan indiferente, una prueba de simpatía y de compasión cariñosa, es una flor cuyo perfume embalsamará las horas de toda mi vida.


AMALIA DOMINGO SOLER
Gracia, 28 de Junio, 1881





Texto extraído de “La Luz de la Verdad”
Amalia Domingo Soler.






9 de agosto de 2014

No sabemos mirar.



La humanidad que hoy puebla la Tierra, es innegable que vive muy mal, porque no tiene fe en ninguna creencia, se ríe de las religiones del pasado, duda de las filosofías del presente, y no quiere ocuparse del análisis del porvenir; sin comprender que las tres épocas en que los hombres dividimos el tiempo están íntimamente enlazadas entre sí; son los tres capítulos de nuestra vida; el pasado es la infancia del mundo, el presente la juventud, el porvenir la edad madura, y para vivir con conocimiento de causa, necesitamos buscar el porqué de todas las cosas.

De las religiones muchos han perdido la ilusión, porque han visto que sus grandes sacerdotes eran hombres falibles como los demás, y lo mismo acontece con las modernas filosofías sin exceptuar el Espiritismo.
A muchos les hemos oído decir: yo estudiaría el Espiritismo, pero francamente, cuando veo que los espiritistas tienen los mismos vicios que los demás, digo: ¡Bah! ¡Bah! No merece la pena que yo me ocupe de una escuela que no hace a los hombres mejores.

Error gravísimo de funestísima consecuencia, no hay ideal que engrandezca al hombre si este no quiere engrandecerse, no son los espíritus los que nos han de dar virtudes, somos nosotros los que las hemos de adquirir; ellos lo único que pueden hacer es aconsejarnos, señalarnos la buena senda dejándonos en completa libertad de acción.

Muchos dicen: ¡Parece increíble! Fulano es espiritista, oye comunicaciones buenísimas, y sin embargo, tiene hoy los mismos vicios que ayer. ¿Y por qué lo encontráis extraño? ¿Qué es una encarnación para mejorar al hombre? O mejor dicho un número de días más o menos crecido, por término medio quince o veinte años; porque la mayoría de los espiritistas han conocido el Espiritismo en el promedio de su existencia, cuando han llegado al desarrollo de todas sus pasiones, ¿Cómo queremos en brevísimos segundos cambiar el modo de ser de un individuo? Es completamente imposible. Y como prueba de esto, hemos visto médiums admirables, puestos en relación directa con espíritus elevadísimos, que han escrito comunicaciones verdaderamente evangélicas, y después de concluida la sesión, se han ido a un garito, a un lupanar, a una taberna, y han hecho uso de su voluntad empleando el tiempo en lo que para ellos, es más grato. ¿Y deja por esto de ser verdad la comunicación de los espíritus? No; ¿Pierde por esto el Espiritismo? De ninguna manera; la comunicación de ultratumba sigue siendo la clave de todos los misterios de nuestra vida y en nada le afecta la pequeñez de los instrumentos que tienen que utilizar los espíritus, y lo que decimos de los médiums, también lo decimos de los espiritistas en general, que sus impugnadores siempre dicen: Mengano es espiritista, era avaro y sigue siéndolo, fulano es espiritista, era derrochador y sigue malgastando la herencia de sus hijos. Zutano es espiritista, cumplía mal con su familia y sigue del mismo modo; pues para ser más bueno me quedo como estoy.

¿Y qué tienen que ver las personalidades siempre mezquinas en parangón con los ideales que siempre son grandes? ¿Qué lazo de unión existe entre los sacerdotes y las religiones? Ninguno, porque todas las religiones son buenas en principio, consideradas en abstracto todas pueden hacer la felicidad de los pueblos, y puestas en práctica el abuso que de ellas han hecho los hombres las han convertido en tiranos, ¿Y quién es responsable, el credo santo que nos aconseja amar y perdonar, o el hombre fanático que convierte su religión en tea incendiaria?.

El Espíritu que tenga verdadera sed de progreso no debe contentarse con seguir la marcha de moros o cristianos, nada hay que hacer con los hombres de las religiones ni de las filosofías, sino con los ideales, con los credos, con las síntesis.

No hay religión ni filosofía que no tenga sus libros fundamentales, estúdiense éstos, y si en ellos se encuentra un buen método para mejorar nuestras costumbres, sigámosle, sin entretenernos a observar si nuestro vecino se cae o se levanta, porque a nosotros ni nos ha de salvar su salvación, ni nos ha de condenar su culpa, cada cual ha de responder de sus actos; en este supuesto perdemos el tiempo miserablemente espiando las acciones de nuestros compañeros de cautiverio.

Triste es la vida de la Tierra, para algunos seres es verdaderamente insoportable, pero aumentamos nuestro sufrimiento porque no sabemos mirar; así como se dice que no hay libro malo que no tenga una hoja buena, de igual modo no hay hombre que en medio de sus vicios deje de estar dotado de una cualidad recomendable, y este punto luminoso es al que debemos mirar, y es al que justamente no miramos, no hacemos mención de tal o cual virtud, pero sí de todos los vicios que afectan a nuestro vecino, así es, que mirada la humanidad por su lado malo se vive tan mal que nuestra estancia en la Tierra es una agonía prolongada.


El estudio del Espiritismo proporciona un gran lenitivo, si sabemos mirar, esto es, si no nos fijamos en la mayoría de los espiritistas, sino en las comunicaciones razonadas de los espíritus, en la vida infinita que se desarrolla ante nosotros, en la certidumbre de nuestro adelanto indefinido, que indudablemente nos puede prestar un consuelo y una esperanza que se asemeja sino a la felicidad al menos al descanso, al reposo; podemos adquirir la convicción de ser dichosos en un día más o menos lejano, que es a todo lo que puede aspirar el hombre en la Tierra; pero si fijamos nuestros ojos en tal o cual personalidad y le escogemos como modelo de nuestras acciones, y al ver que cae, decimos: el credo de este hombre no puede ser bueno porque él ha caído a pesar de blasonar que comprendía el Espiritismo, desde hoy abominamos tal doctrina. Este proceder que hemos visto en muchos, lo encontramos completamente absurdo y falto de sentido común, siendo sin duda alguna la herencia de los fanáticos religiosos que santificaron a ciertos y determinados hombres y encerraron la religión dentro de círculos microscópicos.

Y ahora preguntamos nosotros: ¿Y de qué nos sirve nuestra razón? ¿No tenemos como los demás seres de la Tierra, memoria, entendimiento y voluntad? Somos tan torpes, tan obtusos, que necesitamos que nos pongan andadores para comenzar a andar ¿Por qué hemos de seguir las infecundas huellas de los fieles afiliados a tal o cual religión, que fijan su mirada en su vicario, en su santón, en su pastor, y si éste no anda, su grey permanece sin dar un paso?; Y decimos esto, porque sabemos que muchos espiritistas miran a las figuras más caracterizadas del Espiritismo, y si éstas flaquean, desfallecen ellos también perdiendo la fe en una doctrina que es luz y verdad.
Si el Espiritismo no tiene santones, si no se consolida en un número de entidades, si los hombres no han de darle valor a su credo, porque éste lo tiene en sí mismo, no negaremos que es más importante para convencer, y para propagar cualquier doctrina, un hombre de buenas costumbres, que no un individuo lleno de vicios, lo bueno siempre es bueno; pero nada pierde un ideal filosófico porque uno de sus mantenedores resbale y caiga ¿Qué es un hombre ante una idea? Menos que un átomo ante el conjunto de la creación.

¿No es la libertad de los pueblos la que ha creado tantas asociaciones, tantos partidos políticos, y a la sombra de ese nombre, no se han consumado apostasías sin cuento, crímenes horribles, y por eso no ha perdido la libertad ni una sola flor de su bellísima corona?

La libertad que es la eterna desposada del progreso, conserva su blanca diadema de azahar, es la virgen que inspira siempre sublimes amores, es la diosa del adelanto y no se podrá negar que invocándola se han cometido grandes perjuicios.

¿Y qué diremos de la religión cristiana? Toda clase de abusos se han llevado a cabo pronunciando el nombre de Cristo; los hombres se han empequeñecido, pero ha quedado el ideal de Jesús, y todos los sistemas humanitarios, todas las sociedades morales, todas las reformas filosóficas, tiene por base los mandamientos de la ley de Dios resumidos por Cristo en uno solo, ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo.

Pues igual suerte le cabe al Espiritismo, tiene vida propia, no necesita de las virtudes de los hombres para engrandecerse; él será siempre grande, porque sus manifestaciones son la síntesis de la verdad. La comunicación de los espíritus dio ayer, da hoy y dará mañana perfecta explicación de lo que es la vida, y los médiums encargados de difundir la luz de la buena nueva no son seres privilegiados ni agraciados con un don especial, la mediumnidad es patrimonio de todos; médium puede ser la inocente niña, el pobre presidiario, el escéptico materialista, el fervoroso creyente, así es, que no debemos decir con tono declamatorio y tristeza hipócrita; ¡Ay! El Espiritismo se pierde porque fulano se hunde en el abismo o mengano descubre nuevos vicios, ¿A quién seguiremos ahora? ¿A quién habéis de seguir? Al estudio, que es el gran sacerdote que nunca nos desampara, los libros de Kardec son siempre los mismos, de las innumerables obras espiritistas que se han escrito, de sus saludables enseñanzas, no se han borrado sus líneas ni se han esparcido sus hojas; amigas y discretas, esperan que las interroguen para dar generosamente leales consejos.

Nos hemos convencido de que los espiritistas no sabemos mirar, porque simulando un profundo sentimiento, lo que hacemos es sacar a relucir las faltas de nuestro prójimo diciendo: ¡Qué lástima! ¡Cuánto se podía haber adelantado! Si fulano hubiera sido más consecuente con sus ideas, si mengano no hubiera preferido las vanidades del mundo a la enseñanza del Espiritismo; no nos encontraríamos perdidos. Perdidos porque queréis, la verdad no tiene más que un camino, el que quiere seguir firmemente no encuentra obstáculos que se opongan a su paso; para amar no necesitamos instrucciones, el corazón amante lleva en sí la ciencia infusa, el alma ávida del progreso lee en la naturaleza la historia de la creación, el Espíritu pensador encuentra a Dios irradiando en el mar, en el cielo, en el monte y en el llano.

Bueno muy bueno es que los hombres de saber se dediquen a instruir a los pequeñitos, pero no debemos juzgar desgracia irreparable cuando un maestro abandona a sus discípulos, porque todos podemos seguir nuestro aprendizaje si queremos aprender.

Lo que nos falta a los espiritistas no son preceptores, sino una buena dosis de voluntad firme, inquebrantable, perdemos miserablemente el tiempo mirando los defectos de los demás sin reparar en los nuestros, que si los examináramos no nos sobraría ni un segundo para ocuparnos de nadie, pero como no sabemos mirar, perdemos día tras día y año tras año diciendo: si no me regenero es porque no tengo un buen modelo que imitar; y al decir esto, mentimos miserablemente, porque nunca falta un ser virtuoso que nos sirva de ejemplo, lo que nos falta a la mayoría de los espiritistas es afán de progreso, adonde quiera que dirijamos la mirada encontraremos algo bueno que aprender, algo bueno que estudiar, los pesimistas son unos pobres locos, la virtud no es una utopía. ¿Pensáis que si no existieran los reflejos de los buenos sentimientos se podría habitar en la Tierra? Si hay muchos seres dominados por la soberbia, en cambio los hay que son modelos de humildad; si hay almas avaras, hay también espíritus generosos, si hay hombres entregados al desenfrenado sensualismo, no puede negarse que también existe la pureza y la castidad, si hay personas iracundas, ¡Quién no ha conocido almas pacientes! La paciencia es una virtud puesta en práctica mucho más de lo que se cree, si la gula embrutece a muchos hombres, la templanza y hasta la abstinencia ha santificado a muchos otros, si la envidia corroe el corazón humano, también la caridad lo ennoblece; si la pereza hunde a la humanidad en la ignorancia, la diligencia y la actividad la conduce al progreso, y sucesivamente no hay vicio que no tenga su antídoto, lo que nos hace falta para ser relativamente dichosos es saber vivir, porque los terrenales tenemos un gravísimo defecto:

¿Sabéis cual es? Que no sabemos mirar.

 



La Luz de la Verdad.
Amalia Domingo Soler.