29 de agosto de 2014

El Porvenir y la Nada (y III)





9. Desde el punto de vista moral, las consecuencias del panteísmo también carecen de lógica. En primer lugar, al igual que en el sistema precedente, las almas son absorbidas en un todo y pierden la individualidad. Si se admitiera, de acuerdo con la opinión de algunos panteístas, que las almas conservan su individualidad, Dios dejaría de tener una voluntad única, y sería un compuesto de miríadas (cantidad muy grande, pero indefinida) de voluntades divergentes. Además, como cada alma sería parte integrante de la Divinidad, ninguna estaría sujeta a un poder superior y, por consiguiente, no tendría responsabilidad por sus actos, fueran buenos o malos. Dado que serían soberanas, las almas no tendrían interés alguno en la práctica del bien, y podrían hacer el mal impunemente.

26 de agosto de 2014

El Porvenir y la Nada (II)




4. En tal situación, el Espiritismo viene a oponer un dique a la invasión de la incredulidad, no sólo con el raciocinio, no sólo con la perspectiva de los peligros que trae consigo, sino más bien con hechos materiales, haciendo palpables al tacto y a la vista el alma y la vida futura.

Cada uno es libre, sin duda alguna, en su creencia, de creer algo o de no creer nada. Pero aquellos que quieren hacer prevalecer en la mente de las masas, de la juventud sobre todo, la negación del porvenir apoyándose en la autoridad de su saber y del ascendiente de su posición, siembran en la sociedad gérmenes de turbación y de disolución, y contraen una grave responsabilidad.

25 de agosto de 2014

Espiritismo y Ciencia



Cada paso que damos, nos recuerda lo poco que aún sabemos. Nuestras conquistas científicas solamente son nociones provisionales, superiores a la ciencia del siglo pasado, pero superada por los descubrimientos de nuestro próximo futuro.


El tiempo presente sólo es una etapa en el gran viaje emprendido hacia nuestro futuro, un punto en la historia de las generaciones.


El Espiritismo, como toda gran idea y descubrimiento, ha tenido que pasar la prueba de la humillación, de la calumnia, de la incomprensión y de la persecución.


Los fenómenos espiritistas, considerados en un principio como puro charlatanismo, ya han entrado en el dominio de la observación seria y rigurosa. Hoy ya hay personajes eminentes que estudian e investigan estos fenómenos, y hacen constar la gran importancia y realidad de ellos. En Europa y en América, hay sociedades de estudios psicológicos que trabajan y hacen serias investigaciones, convencidos ya de estos hechos. Todo esto, naturalmente, está dirigido a los incrédulos, a los que aún no aceptan la vida espiritual, a los que no quieren entender la estrecha relación que existe entre el mundo visible y el invisible.


Para los espiritistas, estos sucesos ya están más que demostrados desde hace ciento cincuenta años; pero aún tenemos que contemplar cómo un sector importante de este planeta, desengañado de las religiones, se debate en el lodazal del ateísmo y la incredulidad. En estas mentes desconfiadas, es muy difícil introducir una doctrina nueva, aun siendo ésta una idea buena.


Ante esto no podemos cerrar los ojos y cruzar los brazos. Debemos reaccionar ante las dudas, con máximo cuidado y sin asumir ningún compromiso previo. Debemos antes, investigar y bucear en busca de la verdad, que hasta ahora no hemos podido encontrar en ninguna religión. Así lo hice yo: busqué e indagué hasta que encontré la verdad que me convenció con lógica, como un libro abierto. Al fin hallé la verdad que buscaba, esto cambió totalmente mi vida, porque vivir en la duda, sin una creencia, sin saber de dónde venimos y adonde tenemos que ir, es una muerte lenta. Este conocimiento fue como una luz que ilustró mi mente, despertando en mí el deseo de compartir con mis semejantes, la felicidad y el bienestar tan inmenso que sentía. En ello empleé todo mi esfuerzo y recursos posibles, y hoy en los últimos días de mi actual existencia, me siento útil y realizado, por lo que doy gracias a Dios por todo cuanto me ha dado.


El advenimiento del Espiritismo, ha sido uno de los más grandes acontecimientos de nuestra historia. Hace dos mil años, cuando el paganismo agonizaba en el seno de una sociedad corrompida, la voz del cristianismo se extendía hacia los más humildes y desgraciados, dirigida por el Rabí de Galilea. La palabra amorosa de Jesús nos trajo una moral y una fe nueva, una revelación y unos principios ignorados por las multitudes, como son la caridad y la fraternidad. De la misma manera hoy, frente a unas religiones petrificadas en su pasado, incapaces e impotentes para iluminar el Espíritu del hombre, surge el Espiritismo con una filosofía racional, abierta a toda comprobación, sea científica o no. Es una doctrina traslúcida, no tiene anclajes en el pasado, sigue los avances de la ciencia y está siempre por delante de todo progreso humano. Tiene todos los componentes necesarios para conseguir una transformación social, eliminando y regenerando los elementos de descomposición, que hoy afligen y contaminan al mundo.


Los fenómenos espiritistas, siendo tan importantes por sus resultados científicos y consecuencias morales, no han sido acogidos con el interés merecido. Tras tantos siglos de fanatismo religioso, las mentes aún influenciadas han caído rendidas inconscientemente en los brazos del materialismo, sufriendo mucho daño. No es tarea fácil reparar los efectos causados, pero el mundo espiritual, se movilizó y en este último siglo, mandó reencarnar a un numeroso grupo de espíritus abnegados y luchadores, que hasta hoy están cumpliendo con su deber, restableciendo la verdad y abriendo nuevos caminos de luz, dando como ejemplo su vida, una existencia de sacrificio y fidelidad al Maestro Jesús.






Elucidaciones Espíritas.


José Aniorte.




23 de agosto de 2014

El Cuerpo de los Angeles



Los ángeles no necesitan asumir cuerpo para su propio bien, sino para el nuestro. Al convivir familiarmente con los hombres y conversando con ellos forman una comunidad de comprensión que es la que los hombres esperan formar con ellos en la vida futura. El hecho de que en el Antiguo Testamento los ángeles hayan tomado cuerpo, fue como una figura anticipada de que la Palabra de Dios iba a tomar cuerpo humano. Pues todas las apariciones del Antiguo Testamento están orientadas a aquella otra aparición por la que el Hijo de Dios apareció carnalmente.


El cuerpo asumido se une al ángel no como a su forma ni como a su motor solamente, sino como a un motor representado por el cuerpo móvil asumido. Pues, así como en la Sagrada Escritura son descritas las propiedades de los seres intelectuales con formas o representaciones sensibles, así también, y por virtud divina, los ángeles toman cuerpos sensibles aptos para representar las propiedades inteligibles del ángel. Esto es lo que significa que el ángel asuma cuerpo.


Aún cuando el aire, en su vaporicidad, no tiene figura ni color, sin embargo, al condensarse, puede ser moldeado y coloreado, como resulta claro con las nubes. Así es como los ángeles asumen cuerpos formados a partir del aíre, condensándolos con la misma virtud divina tanto cuanto sea necesario para formar el cuerpo que van a asumir.





Suma Teológica (I)


Tomás de Aquino.




El Porvenir y la Nada (I)



1. Vivimos, pensamos, obramos, he aquí lo positivo: moriremos, esto no es menos cierto. Pero dejando la Tierra, ¿a dónde vamos? 

¿Qué es de nosotros? 

¿Estaremos mejor o peor? 

¿Seremos o no seremos?  

Ser o no ser: tal es la alternativa, es para siempre o para nunca jamás, es todo o nada, viviremos eternamente o todo se habrá concluido para siempre. Bien merece la pena pensar en ello.

Todo hombre siente el deseo de vivir, de gozar, de querer, de ser feliz. Decid a uno que sepa que va a morir que vivirá todavía, que su hora no ha llegado, decidle sobre todo que será más feliz de lo que ha sido, y su corazón palpitará de alegría. ¿Pero por qué estas aspiraciones de dicha, si un soplo puede desvanecerlas?

¿Acaso existe algo más aflictivo que el pensamiento de la absoluta destrucción? Puros afectos, inteligencia, progreso, saber laboriosamente adquirido, todo esto sería perdido, aniquilado. ¿Qué necesidad habría de esforzarse en ser mejor, reprimirse para refrenar sus pasiones, fatigarse en adornar su inteligencia, si no debe uno recoger de todo fruto alguno, sobre todo con el pensamiento de que mañana quizá no nos sirva ya para nada? Si así sucediese, el destino del hombre sería cien veces peor que el del bruto, porque el bruto vive enteramente para el presente, para satisfacción de sus apetitos materiales, sin aspiración al porvenir. Una intuición íntima afirma que esto no es posible.

2. Con la creencia en la nada, el hombre concentra forzosamente todos sus pensamientos sobre la vida presente, y no es posible, en efecto, preocuparse lógicamente de un porvenir en el cual no se cree. Esa preocupación exclusiva del presente que conduce naturalmente a pensar en sí mismo ante todo es, pues, el más poderoso estimulante del egoísmo, y el incrédulo es consecuente consigo mismo cuando deduce esta conclusión: “Gocemos mientras estamos aquí, gocemos lo más posible, puesto que con nosotros todo concluye. Gocemos aprisa, porque ignoramos cuánto durará esto.” Y este otro argumento, mucho más grave para la sociedad: “Gocemos a pesar de todo, cada uno para sí. La dicha aquí es del más listo.”

Si el respeto humano detiene a algunos, ¿qué freno tendrán aquellos que nada temen? Dicen que la justicia humana sólo alcanza a los torpes, por esto discurren cuanto pueden para eludirla. Si hay una doctrina malsana y antisocial, seguramente es la del nihilismo, porque rompe los verdaderos lazos de la solidaridad y de la fraternidad, fundamentos de las relaciones sociales.

Belchite (Zaragoza)
3. Supongamos que, por una circunstancia cualquiera, todo un pueblo adquiere la certeza de que dentro de ocho días, de un mes, de un año si se quiere, habrá desaparecido, que ni un solo individuo sobrevivirá, y que no quedará ni huella del mismo después de la muerte.

¿Qué hará durante este tiempo?

¿Trabajará para su mejoramiento e instrucción?

¿Se sujetará al trabajo para vivir?

¿Respetará los derechos, lo intereses y la vida de sus semejantes?

¿Se someterá a las leyes, a una autoridad, cualquiera que sea, incluso la más legítima: la autoridad paternal?

¿Se obligará a algún deber?

Seguramente que no. Pues bien, lo que no sucede en masa, la doctrina del nihilismo lo realiza cada día aisladamente.

Si las consecuencias no son tan desastrosas como lo pudieran ser, es primeramente porque la mayor parte de los incrédulos tienen más fanfarronería que verdadera incredulidad, más duda que convicción, porque tienen miedo del que manifiesta al anonadamiento. El título de espíritu fuerte, lisonjea su amor propio. Además, los incrédulos absolutos están en ínfima minoría, sufren, a pesar suyo, el ascendiente de la opinión contraria, y son contenidos por una fuerza material. Pero si la incredulidad absoluta fuese un día la opinión de la mayoría, la sociedad quedaría disuelta. A esto tiende la propaganda de la idea del nihilismo.

Un joven de dieciocho años padecía de una enfermedad de corazón declarada incurable. La ciencia había dicho: puede morir tanto dentro de ocho días, como dentro de dos años, pero no pasará de ahí. Lo supo el joven, y al momento abandonó los estudios y se entregó a todos los excesos. Cuando se le decía lo peligroso que era en su situación esa vida desordenada, contestaba:

“¡Qué me importa, puesto que sólo he de vivir dos años!

¿A qué cansar mi imaginación?

Yo disfruto de lo que me resta y quiero divertirme hasta el fin.”


He aquí la consecuencia lógica del nihilismo.

 Si este joven hubiese sido espiritista, habría sostenido:

“La muerte sólo destruirá mi cuerpo, que dejaré como un vestido viejo, pero mi espíritu vivirá siempre. Yo seré en la vida futura lo que habré procurado ser en ésta. Nada de cuanto pueda adquirir en cualidades morales e intelectuales será perdido, y redundará en provecho de mi adelanto. Todos los defectos de que me despoje son un paso más hacia la felicidad. Mi dicha o mi desgracia venideras dependen de la utilidad o inutilidad de mi existencia presente. Me interesa mucho aprovechar el poco tiempo que me queda, y evitar cuanto pueda debilitar mis fuerzas.”


De estas dos doctrinas, ¿cuál es la preferible?

Cualesquiera que sean las consecuencias, si el nihilismo fuese una verdad habría que aceptarlo. Y no serían ni sistemas contrarios, ni el temor del mal que resultaría, los que podrían impedir que lo fuese. No hay, pues, que hacerse ilusiones. El escepticismo, la duda, la indiferencia, aumentan cada día, a pesar de los esfuerzos de la religión. Si la religión es impotente contra la incredulidad es porque le falta algo para combatirla, de manera que si permaneciese inactiva en un tiempo dado, sería infaliblemente vencida. Lo que le falta en este siglo de positivismo, en el que se quiere comprender antes que creer, es la sanción de esas doctrinas por hechos positivos, así como la concordancia de ciertas doctrinas con los datos positivos de la ciencia. Si ésta dice blanco y los hechos dicen negro, hay que optar entre la evidencia o la fe ciega.



El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo.

Allan Kardec.



17 de agosto de 2014

Un Recuerdo al Hermano Ausente José Palet



El Espiritismo ha perdido uno de sus mejores adeptos en la tierra, y la prensa espiritista uno de sus más entendidos obreros, y “La Revelación”, la humilde revista Alicantinas uno de sus  más queridos colaboradores. 

Cúmplenos como buenos cristianos acatar y bendecir la voluntad de Dios, pero queda en nuestra mente un recuerdo melancólico y un sentimiento de dolorosa envidia. 

Almas de tan buen temple como la de Palet, son espíritus proscritos que la tierra les ha servido de penitenciaria. 

¡Emigrado, vuelve a tu patria!. 

¡Prisionero, recobra tu libertad!. 

¡Viajero universal! sigue tu eterno viaje, y no te olvides en las capitales del infinito de la pobre aldea donde te detuviste algunos años, para enseñarnos los mandamientos de la ley de Dios. Adiós, querido maestro.

Adiós, hermano Palet, hasta luego.

Antes de morir decías
con íntima convicción:
“Terminaré mi expiación
dentro de muy breves días”.
Sin duda alguna, veías
la imagen de la verdad;
y de la inmortalidad
quizá escuchaste el acento;
porque es el presentimiento 
la voz de la eternidad.




Ramos de Violetas II
Amalia Domingo Soler.