31 de agosto de 2013

Pérdida y suspensión de la mediumnidad



220. La facultad mediúmnica está sujeta a intermitencias y a suspensiones momentáneas, ya sea para las manifestaciones físicas, ya sea para la escritura. He aquí las contestaciones de los Espíritus dadas a algunas preguntas hechas con este objeto.

1. ¿Los médiums pueden perder su facultad?

Esto sucede a menudo, cualquiera que sea el género de esta facultad; pero muchas veces sólo es una interrupción momentánea que cesa con la causa que ha producido.

2. ¿La causa de la pérdida de la mediumnidad está en la extinción del fluido?

Cualquiera que sea la facultad del médium nada puede hacer sin el concurso simpático de los Espíritus, cuando ya no se recibe nada, no es porque le falte siempre la facultad; muchas veces los Espíritus son los que no quieren o no pueden servirse de él.

3. ¿Qué causa puede provocar en un médium el abandono de los Espíritus?

El uso que hace de su facultad es la más poderosa para los buenos Espíritus. Podemos abandonarle cuando se sirve de ella para cosas frívolas o con miras ambiciosas; cuando rehusa participar nuestra palabra o nuestros hechos a los encarnados que lo desean o que lo necesitan ver para estar convencidos. Este don de Dios no se concede al médium para que se divierta, y aun menos para servir su ambición, sino para su propia mejora y para hacer conocer la verdad a los hombres. Si el Espíritu ve que el médium no corresponde a sus miras y no aprovecha las instrucciones y las advertencias que le da, se retira para buscar un protegido más digno.

4. El Espíritu que se retira, ¿puede ser reemplazado y en este caso no comprenderíamos la suspensión de la facultad?

No faltan Espíritus que lo que más desean es comunicarse y están prontos a reemplazar a los que se retiran; pero cuando es un buen Espíritu el que abandona al médium, puede muy bien no dejarle sino momentáneamente y privarle por cierto tiempo de toda comunicación, a fin de que le sirva de lección y probarle que su facultad no depende de él y no debe envanecerse por tenerla.

Esta impotencia momentánea es también para dar una prueba al médium de que escribe bajo una influencia extraña; de otro modo no habría intermitencia.

Por otra parte, la interrupción de la facultad no es siempre un castigo; acredita algunas veces el cuidado del Espíritu por el médium a quien estima; quiere procurarle un reposo material que juzga necesario y en este caso no permite que le reemplacen otros Espíritus.

5. Se ven, sin embargo, médiums muy meritorios, moralmente hablando, que no tienen ninguna necesidad de reposo, y son muy contrariados por las interrupciones cuyo objeto no comprenden.

Esto es con el fin de poner su paciencia a prueba y juzgar de su perseverancia; por lo mismo los Espíritus no señalan en general ningún término a esta suspensión; quieren ver si el médium se impacientará. Muchas veces también es para dejarles el tiempo de meditar las instrucciones que les han dado, y en esta meditación de nuestras enseñanzas reconocemos a los espiritistas verdaderamente formales; no podemos dar este nombre a aquellos que en realidad sólo son aficionados a las comunicaciones.

6. ¿En este caso es preciso que el médium continúe sus tentativas para escribir?

Si el Espíritu lo aconseja, sí; si le dice que se abstenga, debe hacerlo.

7. ¿Y habría un medio de abreviar esta prueba?

La resignación y la oración. Por lo demás, basta hacer cada día una tentativa de algunos minutos, porque sería inútil perder el tiempo ensayando infructuosamente; la tentativa no tiene otro objeto que el de asegurarse si la facultad se ha recobrado.

8. ¿La suspensión supone el alejamiento de los Espíritus que tienen la costumbre de comunicarse?

Nada de eso; el médium está entonces en la posición de una persona que perdiera momentáneamente la vista, y por eso no dejaría de estar rodeada de sus amigos, aun cuando no los viese. El médium, pues, puede y aun debe continuar conversando con el pensamiento con sus Espíritus familiares, y estar persuadido que se le oye. Si la falta de la mediumnidad puede privar las comunicaciones materiales con ciertos Espíritus, no puede privar las comunicaciones morales.

9. ¿Así es que la interrupción de la facultad mediúmnica no implica siempre una censura de parte de los Espíritus?

Sin duda que no, puesto que puede ser una prueba de benevolencia.

10. ¿Cómo podríamos conocer que esta interrupción sea causada por una censura?

Que consulte el médium su conciencia y vea el uso que ha hecho de su facultad, el bien que de ella ha resultado para los otros, el provecho que ha sacado de los consejos que se le han dado, y tendrá la respuesta.

11. ¿El médium que no puede escribir, tampoco puede valerse de otro médium?

Eso depende de la causa de la interrupción; muchas veces sólo tiene por motivo el dejaros algún tiempo sin comunicaciones, después de haberos dado consejos, a fin de que no os acostumbréis a hacer nada sin nosotros; en este caso tampoco le servirá el valerse de otro médium; esto tiene también por objeto el probaros que los Espíritus son libres y no depende de vosotros el gobernarlos a vuestro gusto. Por igual razón los que no son médiums no siempre tienen todas las comunicaciones que desean.

Observación. – En efecto; debe observarse que aquel que recurre a un tercero para las comunicaciones, teniendo la cualidad de médium, muchas veces no obtiene nada satisfactorio, mientras que en otras ocasiones las respuestas son muy explícitas. Esto depende de tal modo de la voluntad del Espíritu, que nada se adelanta cambiando de médium: parece con respecto a esto, que los mismos Espíritus se ponen de acuerdo, porque lo que no se obtiene de uno, tampoco se obtiene de otro. Entonces es preciso abstenerse, no insistir ni impacientarse, si no se quiere ser el juguete de los Espíritus mentirosos, que responderán si tanto se desea, y los buenos les dejarán hacer para castigar nuestra impaciencia.

12. ¿Con qué fin la Providencia ha dotado a ciertos individuos de la mediumnidad de una manera especial?

Es una misión que se les ha encargado y por lo que son dichosos; estos son los intérpretes entre los Espíritus y los hombres.

13. ¿Hay, sin embargo, médiums que no emplean su facultad sino con repugnancia?

Son médium imperfectos; no conocen la importancia del favor que se les ha concedido.

14. Si es una misión, ¿por qué no es el privilegio de los hombres de bien y no que se dé esta facultad a personas que no merecen ninguna estimación y que pueden abusar de ella?

Se les da porque tienen necesidad de su propio mejoramiento y a fin de que ellos mismos estén en disposición de recibir buenas enseñanzas; si no se aprovechan de ellas sufrirán las consecuencias. ¿Jesús no dirigía con preferencia su palabra a los pecadores, diciendo que es preciso dar a aquel que no tiene?

15. Las personas que tienen un gran deseo de escribir como médiums, sin conseguirlo, ¿pueden creer por esto mismo falta de benevolencia de los Espíritus hacia ellos, por alguna causa?

No, porque Dios puede haberles rehusado esta facultad, como puede haberles rehusado el don de la poesía o de la música; pero si no gozan de este favor pueden tener otros.

16. ¿Cómo puede perfeccionarse el hombre con la enseñanza de los Espíritus, cuando no tienen los medios de recibir esta enseñanza directa por sí mismo ni por otros médiums?

¿Acaso no tiene libros como el cristiano tiene el Evangelio?
Para practicar la moral de Jesús el cristiano no necesita oír las palabras de su boca.


“El Libro de los Médiums”



28 de agosto de 2013

La Obra de Allan Kardec



El espiritismo, que en su más lata acepción abraza el estudio del mundo espiritual, del mundo material y de las relaciones de ambos mundos, es a la vez una ciencia de observación y una doctrina filosófica. 


El primer compilador de esta doctrina, el venerable maestro Allan Kardec, a cuya iniciativa e ímprobos trabajos se debe el conjunto de enseñanza que sacó a aquélla del empirismo para elevarla a la categoría de ciencia, Allan Kardec, decimos, dejó sentadas las bases sobre las cuales había de desarrollarse el Espiritismo, y nos trazó el camino por donde debían dirigirse el estudio y la propaganda. Con un sentido práctico, al que ningún filósofo ha llegado, y con una previsión que se diría excede del alcance humano, marcó proféticamente las fases por donde había de pasar el Espiritismo, señaló con certero tino los escollos que era preciso evitar, y tuvo la singular prudencia de no penetrar en el campo que debía reservar a los continuadores de su obra. A Kardec no se lo conoce estudiando sólo sus obras fundamentales; es preciso seguirle paso a paso en los diez tomos de su Revista (campo neutral, como él decía, donde todo lo aquilataba) para apreciar en su verdadero valor la obra de aquel gigante, a cuya grandeza harán justicia las generaciones venideras. Verdad es que dio más alimento del que podían digerir sus contemporáneos, pero no otra cosa debía suceder tratándose de un orden de fenómenos que, si bien son tan antiguos como el hombre, estaba reservado a nuestra época darles una base experimental; verdad es también que dejó puntos embrionarios para que en tiempo y lugar oportunos adquiriesen el conveniente desarrollo; mas esto es, sin duda alguna, lo que hace imperecedera la obra del maestro, que nos legó bases y principios fijos, inmutables como lo son las leyes de la naturaleza, dejando, sin embargo, a los discípulos anchísimo campo para nuevas investigaciones que, lejos de destruir nada de lo edificado, completarán el monumento del Espiritismo. 


Diez años han transcurrido desde la desencarnación de Allan Kardec (esto se escribía en el año 1878); en ese tiempo, por el camino que él trazara, y según había previsto, la doctrina se ha propagado tanto como no hay otro ejemplar en la historia; la raza latina y los pueblos impresionables, cuya imaginación se hubiese extraviado comenzando a conocer el Espiritismo por los fenómenos, han fundado su propaganda hasta ahora en la parte doctrinal, contando sólo con médiums escribientes que expusieron, desarrollaron y aun ampliaron la teoría, disponiéndose a entrar en la parte esencialmente experimental con un conocimiento previo, sin el cual se torcerían en el camino; la raza anglo sajona y los pueblos reflexivos ingresaron en el Espiritismo, amparados siempre del fenómeno, y los médiums de efectos físicos que tuvieron a millares han sido allí el gran elemento de propaganda, permaneciendo hasta nuestros días refractarios a la idea reencarnacionista y por ende a la doctrina compilada por Allan Kardec; pero las obras de éste, recientemente traducidas al inglés, al alemán y al holandés, han penetrado en esos países, siendo acogidas con calor y defendidas por la misma prensa espiritista que antes se manifestaba más hostil. Nótese, por último, otro significativo movimiento. La venida a Europa del médium norteamericano Dr. Slade, que después del ruidosísimo proceso de Londres y de su estancia en Inglaterra, acogido por la Sociedad Central Espiritista Inglesa, ha visitado las primeras naciones del continente, dejando entre nosotros el germen de la propaganda por el camino fenomenal; la venida de aquel médium, que ha despertado en el mundo científico el estudio del Espiritismo experimental, coincide con la aparición en los pueblos europeos de otros médiums de efectos físicos, que llegan, como obra providencial, en tiempo oportuno para acelerar el triunfo de nuestra doctrina, presentando el comprobante de la consoladora creencia con la fuerza brutal del hecho, ante el cual calla el más recalcitrante materialismo. 


Véase ahí patentemente el cumplimiento de lo predicho por Allan Kardec, y véase cómo se encadenan las cosas en el plan de la Providencia. En el momento en que los pueblos refractarios a la parte especulativa acogen la doctrina filosófica del maestro, comienza a desarrollarse la parte fenomenal en los pueblos refractarios antes a ese aspecto del Espiritismo. 


Los médiums Eglinton, Monck, Williams, Firman, Isabel, Amelia, Bredif y otros en Europa y en la América latina, ofreciendo hoy al estudio portentosos fenómenos, al mismo tiempo que la idea reencarnacionista entra en los pueblos anglo sajones; esos hechos simultáneos señalan el tercer acontecimiento en la historia del Espiritismo moderno. El primero fue su divulgación en América, hace treinta años; y el segundo la aparición de las obras de Allan Kardec.




“La Médium de las Flores”

Vizconde Torres-Solanot


17 de agosto de 2013

Función y Significación del Centro Espírita



El Centro Espírita no es templo ni laboratorio; es, para usar la expresión de Víctor Hugo: "un point d’optique" del movimiento doctrinario, o sea, su punto visual de convergencia.

Podemos figurarlo como un espejo cóncavo en que todas las actividades doctrinarias se reflejan y se unen, proyectándose, conjugadas, en el plano social general, espírita y no espírita. De ahí que su importancia, como síntesis natural de la dialéctica espírita, es fundamental para el desenvolvimiento seguro de la Doctrina y sus prácticas. Kardec avaluó su importancia significativa en el plano de la divulgación y de la orientación de los Grupos, explicando ser preferible la existencia de varios centros pequeños y modestos en una ciudad o en un barrio a la existencia de un único Centro grande y suntuoso.
 

Un Centro Espírita pequeño y modesto –como la mayoría lo son- atrae a las personas realmente interesadas en el conocimiento doctrinario, crea un ambiente de fraternidad activa en que las discriminaciones sociales y culturales desaparecen por el entrelazamiento de todos sus componentes, considerados como colaboradores necesarios de una obra única y concreta.

Lo ideal es que el Centro funcione en su sede propia para un mayor y más libre desenvolvimiento de sus trabajos, pero cuando eso no fuese posible, puede funcionar con eficiencia en un local cedido o alquilado, en un garaje vacío o en una dependencia de una casa familiar.  

Las objeciones contra eso sólo pueden valer cuando se trate de casas en que existan motivos materiales o morales que lo impidan.
 

Muchos Centros Espíritas surgieron del desenvolvimiento de grupos familiares, desmembrándose más tarde de la residencia en la que se constituyeran. La alegación de que la casa queda infestada o casa semejantes es contradicha por la experiencia.

Un trabajo de amor al prójimo, hecho con sinceridad e intenciones elevadas, cuenta con la protección de los Espíritus benevolentes y la propia defensa de sus buenas intenciones. Los Centros oriundos de grupos familiares se muestran más cohesionados y más abiertos, conservando la savia fraterna de su origen. Y ése es el clima que necesitan los trabajos doctrinarios.
 

Organizado el Centro, con una denominación simple y afectiva, con el nombre de un Espíritu amigo o de una personalidad abnegada, de persona ya desencarnada; redactados, aprobados en asamblea general constituyente y registrados los estatutos, su función y significación están definidas como estudio y práctica de la Doctrina, divulgación y orientación de los interesados, servicio asistencial de esclarecimiento a los Espíritus sufrientes y a las personas perturbadas, conforme, siempre, a la Codificación de Allan Kardec. 

Sin Kardec no hay Espiritismo; existe, sí, apenas, un mediumnismo desorientado, formas de sincretismo religioso (...), confusiones derivadas de teorías personales de supuestos maestros.

Dirigentes, auxiliares y frecuentadores de un Centro Espírita bien organizado saben que la obra de Kardec es un momento científico, filosófico y religioso de estructura dinámica, no estática, pero cuyo desenvolvimiento exige estudios e investigaciones del mayor rigor metodológico realizado con humildad, buen sentido, respeto a la Doctrina y condiciones culturales superiores. Opiniones personales, suposiciones de personas arrogantes, libros mediúmnicos o no de contenido mixtificador –sea el autor quien fuere-, no tienen ningún valor para un verdadero Centro Espírita.
 

Cada Centro Espírita tiene sus protectores y guías espirituales que demuestran su autenticidad por los servicios que prestan, por las manifestaciones oportunas y cautelosas y su dedicación a los principios kardecianos. La autoridad moral y cultural de los dirigentes y de los Espíritus protectores y guías de médiums y trabajos deviene de la integración de los mismos a la orientación fijada por Allan Kardec. 

El Centro que olvidase eso caería fatalmente en situaciones negativas, adoptando prácticas antiespíritas que lo llevarían por el camino que se aleja de Kardec y del Espíritu de Verdad. Las consecuencias de esa falacia son altamente perjudiciales a todo el movimiento espírita. No se trata de ningún problema sobrenatural, sino simplemente de falta de vigilancia –principalmente frete al orgullo y la vanidad- que lleva a muchas personas a querer ser más que las demás. Lo mismo acontece también en todos los sectores de la actividad humana, en los cuales encontramos científicos pretenciosos y sistemáticos, comerciantes fraudulentos y médicos fanatizados con sus propias ideas. La pretensión humana no tiene límites y cada individuo vanidoso está siempre asesorado por entidades mixtificadoras.




"El Centro Espírita"
J. Herculano Pires.


16 de agosto de 2013

Creación de un Centro Espírita



Proyecto 1868



Uno de los más grandes obstáculos que pueden entorpecer la propagación de la doctrina espirita, será la falta de unidad.


El único medio de evitarlo, si .no para el presente, al menos para el porvenir, es formularle en, todas sus partes y aun en sus menores detalles, con tanta precisión y claridad, que toda interpretación divergente sea imposible.


Si la doctrina de Cristo ha dado lugar a tantas controversias, si aun es en el día mal comprendida y diversamente practicada, es debido a que el Cristo se limitó a una enseñanza oral y sus mismos apóstoles no dieron más que los principios generales que cada uno interpretó según su ideal o sus intereses.


Si Él hubiera formulado la organización de la Iglesia con la precisión de una ley o de un reglamento, es incontestable que hubiera evitado la mayor parte de los cismas y de las querellas religiosas posteriores, así como el que fuera convertida en objeto de explotación con que satisfacer las ambiciones personales.


De aquí ha resultado, que si el Cristianismo representa para algunos hombres de esclarecida razón una reforma moral muy seria y muy plausible, para la mayoría no ha sido más que el objeto de una creencia ciega y fanática, y para un gran número, motivo de duda o de incredulidad absoluta.


El Espiritismo bien entendido, es el único que puede remediar este estado de cosas, y servir, como han dicho los Espíritus, de poderosa palanca para la transformación de la humanidad. La experiencia debe servirnos de guía para el porvenir.
 

Mostrándonos los inconvenientes del pasado, nos dice claramente que el solo medio de evitarlos, es asentar el Espiritismo sobre las bases sólidas de una doctrina positiva, no dejando nada al arbitrio de las interpretaciones. 


Las disidencias que en este caso podrán surgir, se disolverán por sí mismas ante la unidad principal, que estará establecida sobre las bases más racionales, si estas leyes son claramente definidas y no expuestas con vaguedad


Y resulta más de todas estas consideraciones: resulta que esta marcha, dirigida con prudencia, es el más poderoso medio para luchar contra los antagonistas de la doctrina espirita, todos los sofismas se estrellarán contra sus principios en los cuales la sana razón no hallará nada que pueda combatir. 


Dos elementos deben concurrir al progreso del Espiritismo, que son el establecimiento teórico de la doctrina y los medios de popularizarla.


La Enseñanza Espirita:


Se dará un curso regular de Espiritismo, a fin de desarrollar los principios de la ciencia y de propagar la afición a los estudios serios. Este curso tendrá la ventaja de fundar la unidad de principios, hacer adeptos esclarecidos capaces de esparcir las ideas espiritistas y de desarrollar un gran número de médiums. Presiento que éste curso ha de ejercer una influencia capital, en el porvenir del Espiritismo y sus consecuencias.


Extraído del libro "Obras Póstumas"